Urge una nueva cultura evaluativa para la mejora de la calidad de la educación.  La acción evaluativa da lugar a una serie de variables definidoras tales como proceso, funciones, componentes, referentes, tipos y ámbitos que, por concepción diferenciada generan acciones en esferas diversas de la educación: sistema educativo, programas, instituciones educativas, educadores y alumnos.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

La evaluación educativa es una forma específica de conocer la realidad y de relacionarse con ella para tratar de favorecer cambios optimizadores.  Desde una perspectiva funcional es un proceso de reflexión sistemático, orientado fundamentalmente a la mejora de la calidad de las acciones educativas.  Supone un proceso complejo que incluye la recopilación de información relevante y significativa, la determinación del grado de congruencia entre necesidades, realizaciones y objetivos, la elaboración de juicios de mérito o valor, la toma de decisiones, la aplicación de la alternativa más adecuada y el seguimiento y control del proceso educativo.

En sus inicios, la evaluación estuvo ligada a la valoración de los aprendizajes de los alumnos, dado que su desarrollo se produjo en el marco de los avances experimentales asociados a la psicometría y a la pedagogía experimental.  Posteriormente, la evaluación se focalizó en los programas educativos, convirtiéndose en un instrumento clave del desarrollo curricular.  Si bien alumnos, programas y educadores constituyen los vértices de atención básica de la evaluación, estos tres ámbitos deben ser analizados de forma interrelacionada y siempre en el marco globalizador de la institución educativa.

La evaluación del sistema educativo puede incidir en la optimización de la actividad educativa, por lo menos en cuatro aspectos: En el conocimiento y diagnóstico del sistema educativo, en la conducción de los procesos de cambio, en la valoración de los resultados de la educación y en la mejora de la organización y del funcionamiento de las instituciones educativas. 

La evaluación de programas parte del análisis de su estructura, secuenciación y contenidos, y se orienta a determinar si los servicios que presta son necesarios, si se utilizan correctamente, si son suficientemente intensos para cubrir las necesidades identificadas, si se hace en los términos en que se planificó, si es realmente útil al usuario, si tiene un coste razonable y si no provoca efectos no deseados.  Los principales objetivos de la evaluación de programas son los siguientes:

  • Proporcionar información que ilumine los procesos de actuación, ayudando a los que trabajan en programas educativos a optimizar su eficacia.
  • Orientar los procesos continuos y finales de toma de decisiones, planteando las alternativas de acción que se van a seguir.
  • Informar sobre el programa y los resultados evaluativos, explicando con detalle la relevancia y significación de los mismos en el contexto específico donde tienen lugar.

En el proceso evaluativo pueden plantearse distintas finalidades.  Pueden diseñarse con la finalidad de identificar las dificultades o problemas que presenta un programa cuando se está ejecutando, para preverlas y solventarlas antes de su implantación en otros contextos.  También puede utilizarse para identificar algunos efectos diferenciales en distintas poblaciones de estudiantes, cuando son constatables diferencias de principio por distintas razones.  O bien puede emplearse como una forma de revisar la relevancia, significación y validez de los principios en los que se basa el programa educativo.

En el marco de los sistemas educativos, la evaluación de instituciones educativas destaca por su importancia en la consecución de la calidad educativa.  La escuela, el colegio y la universidad es la unidad funcional donde interaccionan todos los elementos que operan en el sistema.  Su análisis es fundamental para comprender los procesos educativos y la plataforma ideal para activar la evaluación del conjunto del sistema y de muchos de sus componentes.

Los dos grandes propósitos que justifican la evaluación son la mejora de la calidad de la educación en Colombia y el desarrollo profesional del docente.   Se entiende que los dos propósitos van íntimamente unidos, y su consecución en la práctica se consigue a partir de la activación conjunta de una plataforma asentada en un triángulo cuyos vértices son: La evaluación, la formación y el desarrollo profesional.

PD: Es inadmisible que la Federación Colombiana de Educadores -FECODE- se oponga rotundamente a la evaluación de la educación y de manera especial a la evaluación de los docentes, lo que conlleva a perder el rumbo de la calidad de la educación colombiana.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                                      Medellín, febrero 21