Por Iván de J. Guzmán López

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En artículo publicado en otro medio, cuyo título fue Justicia y democracia, habíamos dicho que “una justicia a medias, manipulada, o, simplemente no aplicada, pone en jaque a la democracia”. Ahora debo decir que no sólo pone en jaque a la democracia, sino, también, a la paz. La democracia es una joya preciada que debemos cuidar día a día, y el aparato judicial debe dar cuenta de ese brillo permanente o de ese desaguisado peligroso que significa permitir que la impunidad reine.

La pena de tantas familias que padecen una justicia ligera, que no se interesa por demostrar culpabilidades y lanza a tanta gente inocente a las cárceles y al escarnio público; la tristeza de saber que un delincuente es apresado, en un esfuerzo grande de los agentes del orden (procedimiento que muchas veces implica pérdida de vida de servidores de la fuerza pública y de ciudadanos), para, en apenas horas ser dejado en libertad, no es poca. La tragedia de cientos de crímenes contra miles de seres humanos sin justicia ni reparación y que afectaron grandemente los derechos colectivos, no trae paz; por el contrario, socava la democracia lentamente, como un cáncer que tarde que temprano hace metástasis y destruye el tejido social, cultural económico y democrático de un país.

En esta dirección, saludamos el ejercicio del doctor Juan Camilo Restrepo Gómez, como Alto Comisionado para la Paz, a quien el presidente Duque le pidió que “haga su tarea desde los territorios, llevando la agenda social a los distintos lugares del país; pero, sobre todo, que enarbole los principios de una Paz con Legalidad, que no es una paz acomodaticia, ni que pretende ejercer una alquimia donde lo malo se vuelva bueno y lo bueno se vuelva malo”.

Durante el acto de posesión, ocurrido el miércoles 9 de junio de 2021, el presidente agradeció las competencias, la fuerza del trabajo, la capacidad para enfrentar retos y la voluntad servirle al país del doctor Restrepo Gómez, y recordó que:  “La función de un Alto Comisionado (para la Paz) es promover la cultura de paz; y la promoción de la cultura de paz implica el rechazo a cualquier forma de afectación a los derechos colectivos”, y agregó el mandatario: “tenemos plena confianza, doctor Juan Camilo, que usted hará nuevos pasos y guiará el destino de la Consejería a nuevas fronteras”.

Sabemos claramente que el doctor Juan Camilo Restrepo Gómez, es defensor de la concertación, del respeto a todos los pensamientos, del Estado Social de Derecho y de las instituciones, al igual que de las transformaciones sociales con eficacia y transparencia. Así pues,  el país democrático gana mucho con este nombramiento y sabemos que en sus manos está muy firme la bandera de la paz con legalidad.  No se puede perder de vista que, como afirmó el presidente Iván Duque, “la Paz con Legalidad siembra confianza y seguridad, impulsa la reactivación económica de los territorios y garantiza la reparación a las víctimas”. Y de contera construye democracia.

Nos complace reportar que el Plan de Acción que desarrollará la implementación de la Política de Paz con Legalidad en Colombia, está en marcha; porque, como nunca, dadas las condiciones que ha creado la pandemia y otros fenómenos, debemos hacer política de paz; no política con la paz.

Si justicia y democracia van de la mano, paz y democracia debe ser un matrimonio indisoluble, duradero y de bienestar social para todos. Por ello, el trabajo por la paz, no es sólo responsabilidad exclusiva del Alto Comisionado para la Paz, debe ser compromiso de todos.