POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS 

La droga siempre es evasión, la búsqueda para salirse de la realidad y sumergirse en un mundo de

fantasías y de bienestar artificial, llena el tiempo de muchos mediocres porque produce estados de

paz y euforia al ser humano sin necesidad de ingerir o fumar algo extraño y ajeno a él; él mismo

la puede producir, de hecho, la endorfina nos produce un estado eufórico y de bienestar extraordinario;

sin embargo, no es ninguna droga sino una sustancia que se produce en forma natural cuando

poseemos la suficiente capacidad mental para generarla.

La droga llena a muchas personas su vacío espiritual, todos los seres humanos llevamos una sed de infinito que solamente lo puede llenar la felicidad, y algunos, ilusoriamente lo quieren llenar con estupefacientes, por eso la droga ha sido tan demandada, lleva a la persona a una seudomística en un mundo dominado por el materialismo, el hedonismo y el consumo, y con ella tratan de llenar sus huecos espirituales; con la droga se alejan temporalmente el dolor, el sufrimiento, el fracaso y la frustración, la consumen aquellos perdedores que han renunciado a luchar y desean solamente flotar en un mundo mágico totalmente irreal, sin darse cuenta que van perdiendo su libertad y se van esclavizando, hasta llegar el día que sin ella no pueden vivir, por eso es tan difícil la recuperación de un adicto, pues ante la adversidad o cualquier contrariedad reincide, para volverse a encontrar en ese estado autista y nirvánico.

La libertad busca, en esencia, el bien y la verdad, y el bien sacia uno de los más profundos vacíos del ser humano, por eso algunos han encontrado que impulsando el bien en cualquier orden para mejorar a la humanidad han encontrado su razón existencial y quien encuentra el por qué vivir habrá llenado su infinito vacío espiritual, por lo que tiene ya una causa por la cual vivir que le produce una profunda felicidad.

Cuando una persona carece de un proyecto de vida axiológico cae fácilmente en el hastío y el aburrimiento, a esto le agregamos la cultura ligera de su permisividad sin fronteras y fácilmente se cae en tan degradante situación, pues la droga falsamente todo lo arregla y el bienestar momentáneo es del todo atractivo; la colegiatura es renunciar a nuestra libertad y llegar a niveles de imbecilidad que nos pueden costar la misma existencia, por eso, la droga es para aquellos que están dispuestos a perderlo todo por una fantasía: su familia, pareja, amigos y así mismos.  “no hay peor muerto que el que se niega a vivir con dignidad”, “no se requiere valor para morir, se requiere ser auténticamente valiente para vivir dignamente”, para hacerlo se necesita voluntad, disciplina, carácter y determinación; la droga, por supuesto, no está diseñada para los hombres en busca de la excelencia y del éxito en su vida personal y profesional.

Para ilustrar un poco esta columna, recuerdo haber leído que, en la inauguración de un centro de recuperación en Estados Unidos para personas adictas, el cual había sido financiado por donativos y la inversión ascendía a 40 millones de dólares, el presidente del patronato benefactor, al momento de inaugurarlo, pronunció un breve discurso: “con un solo joven que logremos rescatar se habrá justificado toda esta inversión”, alguien le preguntó entonces: “¿Acaso no exageró?, cuarenta millones de dólares es demasiado para rescatar a un solo joven”, a lo que el presidente contestó: “Si ese joven fuese mi hijo, valdría la pena”, lo cual refleja la angustia de tantos padres que serían capaces de darlo todo por rescatar a su hijo, en vez de ver cómo se va convirtiendo en una masa amorfa y babeante; y día a día su degradación lo lleva a niveles aberrantes de actuación.  ¡Qué dolor tan profundo deben experimentar los padres cuando la promesa que significa un hijo se pierde en un pantano pestilente y tal vez sin retorno!

El medio ambiente, la voracidad de los comerciantes y traficantes de droga, los medios de comunicación, la imitación, la influencia negativa, etc., son elementos en contra que nos apremian cada vez más, para invertir nuestro tiempo en sembrar valores y principios profundos y auténticos en todos los jóvenes de nuestra amada Colombia, Antioquia y Medellín.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                      Medellín, abril 26 de 2024