La desaforada, egoísta e indiscriminada explotación y contaminación de nuestras riquezas naturales, nos está llevando directamente al abismo, no exclusivamente del sistema económico que así actúa, sino también a la devastación de nuestra casa -la madre tierra- que está sufriendo serios problemas por causa de tan adverso y despiadado actuar”.

Por: Héctor Jaime Guerra León*

El economista Kenneth Saúl “Ken” Rogoff, ex jefe del Fondo Monetario Internacional y profesor de Economía en la Universidad de Harvard, al igual que muchos otros estudiosos y especialistas del sector, han informado sobre las graves dificultades que se presentan a este sistema en la medida en que en las relaciones de producción se genera un mercado –un intercambio- que no respeta limites, ni los bienes que son –esencialmente- públicos y tan indispensables para la sobrevivencia de la humanidad como lo son los recursos naturales: el aire, el agua, la fauna, la flora, entre otros, lo que deja en evidencia las serias y nefastas consecuencias que se ocasionan, especialmente, por el efecto invernadero y el cambio climático.

De igual manera el académico reconoce que mientras se genera una gran riqueza para los dueños de dichos medios; es decir, para unos pocos, los irreversibles daños que se causan en términos de desigualdad e inequidad social son de enorme magnitud, constituyéndose en un obstáculo e incluso para la viabilidad del mismo régimen capitalista, que piensa solo en el bienestar del mercado y no en el del inmenso número de personas y generaciones enteras (futuras) que quedan por fuera del sistema- del mercado (sin trabajo, salud: asistencia sanitaria, salubridad, educación, falta de oportunidades, recreación, etc.), pasando a engrosar deplorables cinturones de marginalidad y pobreza; al igual que las difíciles crisis financieras que se le ocasionan al Estado (y sociedad) -que es el supremo administrador de esos bienes públicos y el que tiene que afrontar dichas crisis y tratar de crear los equilibrios con los recursos de la gente- tributos, que normalmente no debieran ser para eso – ejemplo, la refinanciación de los bancos- con la famosa “socialización de las perdidas”. Esos recursos debieran ser para brindar más y mejores servicios públicos básicos, los mismos que -ante tales crisis- empiezan a escasear, aumentando las necesidades y empeorando la calidad de vida de la mayoría de la población.

Esta crisis se afronta por parte de toda la humanidad, pues las reglas del capitalismo imperan a lo largo y ancho de todo el planeta, arrasando a toda máquina, sofisticando, tecnificando, manipulando y concentrando los medios de producción- el capital, hasta el punto de que se hacen inalcanzables, no sólo esos medios, sino especialmente las ganancias para las mayorías ciudadanas. En este tipo de producciones, no hay socialización- redistribución de dividendos para todos los actores de la cadena productiva.

Dicho sistema que es propio de las minorías, de las elites, de las grandes corporaciones económicas que manejan poder, dinero y conocimiento y los grandes medios de producción- ganancia, se nutre paradójicamente, de los bienes públicos (que utiliza básicamente como materias primas) y se ha dedicado a saquear, casi que sin ningún control, nuestros recursos naturales, poniendo en jaque no solamente a quienes –como ya se dijo- están por fuera de dicho privilegio, sino que también, la explotación de la riqueza nativa y mineral que es básica e indispensable para el equilibrio ambiental y vital de nuestra madre tierra y también de la humanidad, está en serio peligro de extinción.

Así se ha reconocido ya a nivel mundial en los importantes estudios publicados por las más autorizadas organizaciones internacionales y por diferentes expertos que -como Santiago Sáez, periodista especializado en cambio global, han descubierto que “La naturaleza se muere, y es por culpa del actual sistema económico global. Si no cambiamos de rumbo de manera urgente, los humanos nos convertiremos en víctimas además de culpables”. Esto es lo que se anuncia en un histórico informe de la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES en sus siglas en inglés), un organismo dependiente de Naciones Unidas que equivale al IPCC (el Panel Internacional de Expertos sobre Cambio Climático) en materia de biodiversidad. El informe que fuera publicado en el 2019, contempla que “por efectos del cambio climático alrededor de un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción”, fuera de los muchos que ya han desaparecido por completo de la faz de la tierra.

La desaforada, egoísta e indiscriminada explotación y contaminación de nuestras riquezas naturales, nos está llevando directamente al fracaso, no exclusivamente del sistema económico que así actúa (que también por su egoísmo y malas acciones- insensatas prácticas, está en serios conflictos con la humanidad y consigo mismo), sino también de nuestra casa -la madre tierra- que está sufriendo serios problemas por causa de tan adverso y despiadado actuar.

*Abogado. Especialista en Planeación de la Participación y el Desarrollo Comunitario; en Derecho Constitucional y Normatividad Penal. Magíster en Gobierno.