POR: Jaime Humberto Ramírez Cadavid

Hoy la gran tragedia en el panorama político es que no se cultiva la memoria., cada periodo electoral pareciera resetear los recuerdos y vivencias de cada región, de cada ciudad. Candidatos enamorando votantes, con promesas y detalles cargados de lo que la gente quiere escuchar, de lo que el pueblo sueña con superar, de lo que muchos ciudadanos sueñan con disfrutar; esto es el mismo bucle o circulo vicioso de cada campaña política en Colombia, la misma basura política manejada por los mismos y eternos recolectores, los cuales han sido y seguirán siendo impostores políticos Cada periodo electoral se vive´ y se repite la pascua de resurrección política, resucitando candidatos que poco o nada han hecho por sus regiones o ciudades, sólo los mueve el deseo del poder.

Un sistema político decadente y mal instaurado que fomenta el detrimento del interés colectivo y no la “percepción o satisfacción del pueblo” como salen los medios y redes anunciando, ya que desde comienzos del siglo XX se vienen instaurando practicas fraudulentas como compra de funcionarios, apropiación del gasto y de los bienes públicos, designación de puestos, favoritismo en círculo cerrado, tal como sucedió con el soborno de funcionarios públicos para favorecer la separación de Panamá,  por citar un ejemplo,; es decir, al abuso de poder ha estado desde sus inicios y hoy en día se vive de manera tan descarada  y escueta, que ya se viralizó como lo “Normal”. “Conforme es el gobernante, es el pueblo”  pero, el pueblo que lo eligió.

Decía Tácito; ““El poder nunca es estable cuando es ilimitado”, Cuando se limiten las formas, cuando se limite el ingreso, cuando se limite al candidato, tendremos una sociedad más equilibrada socialmente; infortunadamente en Colombia es ilimitado en la pérdida de valores, es ilimitado en la corrupción. 

Esta nueva ola política ha perfeccionado el arte de la desinformación. “Entre lo bello y lo siniestro”, el titulo de esta obra resume las contiendas electorales, entre promesas grandiosas y retórica incendiaria, buscan desviar la atención del público, creándole enemigos imaginarios, supuestas víctimas con crisis fabricadas, que ellos van a salvar En este escenario político electoral, las técnicas de manipulación y sometimiento silencioso sacrifican la verdad y la sociedad menos favorecida en el altar de la conveniencia política.

Nos equivocamos mucho en la elección, terminamos como un país de votantes con síndrome de Estocolmo, auto flageladores votantes, profundamente ignorantes, deseando favoritismo y todo tipo de libertad, pero, al final se vuelve un voto inagotable para el candidato y agotador para el elector, así terminamos sin saber elegir o votar.

Lo grave es que cada vez nos engañan políticos menos preparados, con menos talentos, con menos capacidad, donde lo único que tienen es un gen político marcado por una fiebre de populismo abismal. Y SI HAY FIEBRE, ES UN SÍNTOMA ALARMANTE DE QUE ALGO ESTÁ MAL.

Para identificar un político con fiebre popular, que solo piensa en favorecer su círculo cerrado y no a la sociedad, basta con escucharlo decir “yo soy el pueblo, el campesino, el vendedor, el panadero,  la empleada de servicio, etc., por lo general, siempre son  la clase menos favorecida,  por otra parte siempre tiene un enemigo poderoso, el cual también es el enemigo de las clases menos favorecidas, se le escucha diciendo los dichos más populares del pueblo, los que nunca usa en su jerga habitual, y por último es un defensor y el héroe que necesitan los ciudadanos para mejorar todo lo que sus antecesores no han podido solucionar.

Y de este populismo político estamos saturados, vemos candidatos a diestra y sin diestra, por todas las regiones del país augurando un mejor futuro para todos, con campañas, lemas y propagandas desordenadas, con mensajes subliminales dejan ver sus bajas intenciones, con promesas inviables o sencillo que cumplirán en parcialidad. Pretendan arreglar lo que sus aliados o ellos mismos dañaron; dicen sin mayor vergüenza que ahora si están capacitados para mejorar. En conclusión, la verdad dividida, es menos verdad, la verdad de los  hipócritas “impostores políticos”.

Si lo prioritario en el debate y contienda electoral se esfuma, de antemano, ya estamos perdiendo, así debemos ver la necesidad de considerar lo moralmente correcto, y no lo políticamente correcto.  Hoy me queda más claro después de escuchar las propuestas y debates de nuestros candidatos, que el tema no es la economía, no es la seguridad, no es la infraestructura, debe de ser la cultura y la educación, pilar estratégico de las propuestas para no seguir siendo proyectos inviables.

Soy un convencido de que el único cambio posible y favorable para la sociedad es desde la educación y la formación, ya que somos seres inacabados en búsqueda de perfeccionarnos cada día.

Jaime Humberto Ramírez Cadavid

 Especialista en  Ciencias Políticas.

 Asesor en Gestion de la Calidad Educativa