POR: MARGARITA MARIA y LUIS ALFONSO PÉREZ PUERTA
JAQUE A LA DAMA
La dama en el coche fúnebre
con un pañuelo cubriéndose la boca,
parece llorar, no estoy seguro;
la dama ignora a su alférez.
Lágrimas en los ojos verdes de la dama,
semejantes a la lluvia
brotando por estos días,
como el alférez en jaque.
La dama duda de su piel mojada
por unas gotas cristalinas
velozmente rejuvenecida,
mientras el alférez ondea la bandera.
¿Por qué llora?
¿Por qué no debo llorar?
Su pregunta me respondió.
Su respuesta me interroga.
La dama llora por su corcel,
El alférez pregunta a partir de una imagen.
La mirada de la dama, limpia sus dudas.
Imágenes en ondas para relinchar.
La piel se cristaliza en él,
quien responde a natura.
El coche fúnebre con la dama
siguió el rumbo señalado.
Silencio bajo su piel:
Sus lágrimas dejaron una lumbre
tejida por el eco de alguien,
y caballo tres dama.
LA SONATA DEL LUCÍFUGO
Sonidos entrelazados recrean una melodía,
desconcierto sin límites;
cual libro en tres dimensiones,
silente frente a la historia.
Susurro cautivo,
certeza de murmullos;
encadenados a cascabeles
donde se enredan los hombres.
Caminando moderado
estoy vivo
y un adagio en la cabeza,
signo de una verdad perdida;
suena el siku como silbo desde la cumbre.
La mente, papel húmedo;
entre libres palabras
deviene el miedo
ante una lumbre incierta.
Se vislumbra el centauro
en busca de una palabra
como señal esperanza
para reiniciar el libro.
Caído en el túnel de Alicia
sobre hojas de hierba,
exhalando substancias aromáticas,
allá en los brazos del mar.
Bullicio alegre en el barrio,
gente loca tejiendo la música
en el arco iris del cielo;
un ruido al compás del ta-ta.
Como lucífugo se esfuma
en la cibernave que lo transporta,
sumergiéndose en los sonidos del silencio,
alfa de una página en blanco.
Envuelta en sonidos ilimitados
bajo libros de ciertos pasos,
los cuales dejan mensajes
de una historia tras otra.