GERALDINO BRASIL Seudónimo de Geraldo Lopes Ferreira. Brasil. Alagoas, 1926- Recife 1996. 

CLASE MEDIA

Un médico.

Maravilloso en la familia.

Un ejecutivo.

Excelente.

Un ingeniero.

Un arquitecto.

Un abogado.

Magnífico.

Un poeta.

Mejor en otra familia.

UNA VIEJA IDEA

¡Ah, la palabra, disfraz del pensamiento!
Hasta el perro de la calle se da cuenta
de la traición que oculta toda llamada de cariño,
pues con el mismo gesto le arrojamos un pedazo
de pan o una piedra.

Si a un niño solitario en la calle te acercas,
para ofrecerle protección como un tío amoroso,
lleno de temor retrocederá llamando a su padre
para que pronto le defienda.

Recordarás entonces que a tu pequeño hijo,
si nada más por un instante debes dejarlo solo,
le advertirás contra cualquier desconocido que se le acerque,
y lo instruirás para que recele de todo gesto amistoso.

¡Ah viejo mundo en el que la palabra se emplea
para ocultar la intención del pensamiento,
y mientras más pérfido el abrazo es más estrecho
y con mejor sonrisa se ofrece!

INSTANTE CON MI PADRE

Un día yo estaba triste (y mirando al suelo)
y él creyó erradamente, como casi siempre
se piensa de un niño, que dormía en paz.
Pero yo miraba al suelo y vi acercarse sus pies.
Y porque no me llamó, yo sabía
que él estaba mirándome
y que su mirada me envolvía dulcemente.
Entonces todavía por algunos segundos simulé dormir,
e hice como que despertaba y reconocía sus zapatos,
y cuando levanté la cabeza él esperaba mi mirada
con una sonrisa.

AMANTES

Mucho tardaba cada encuentro. Bajo el
árbol, junto al muro, permanecían sin tocarse.

No hablaban nunca de su amor, sino del alza
 de los precios,

los hijos en el colegio, el cuidado de la salud,

el desconcierto de los domingos.

Se separaban molestos y pensativos.

Y sin embargo vivían del aliciente de
aquellos precarios encuentros,

entre el recuerdo del último y la expectativa
          del próximo.

SEMEJANZA

Un buey tiraba de una carreta.
Andaba como si tuviera guijarros entre los cascos.
Maldecía el yugo, el lastre, el carretero.

Al hombre que lo azotaba con la pértiga en la herida abierta del lomo
le dije: -“Parece que él está enfermo, amigo”.
“Enfermo no; -me contestó-
es que está nuevo en el servicio. Ya se acostumbrará”.

Estaba nuevo en el servicio.
No había todavía echado callo bajo el yugo.
-“Ya se acostumbrará”.

PETARDO

Hay cosas tan despreciadas que recuerdan       
 personas en abandono.

Así el ladrillo que sobró de la construcción, el 
          retrato olvidado en la gaveta del  
          fotógrafo, la palabra en el diccionario,

vecina    de la que salió para el poema,             

Así también la carta que no encuentra respuesta,

el poema que se excluye del libro,

el muerto de otro entierro.                 

Mas hay también personas cuyo abandono

          excede la cosa más despreciada, ¡oh Señor!  

Su miseria es tanta que no me atrevo a
          exponerla temeroso de que,  
          revelándola al sol, se dude

de Tu justicia y de Tu misericordia.

 

PRECEPTO
No haga usted el bien por temor al castigo.
No haga el bien como último recurso para salvar su alma.
No practique el bien calculando la recompensa.

La caridad no duda,
no desconfía,
no contabiliza
ni espera.

Haga usted el bien naturalmente,
como si Dios no existiese,
como si Él no esperara eso de usted.
Como los ateos, como los ateos.