Por Iván de J. Guzmán López – Periodista – Escritor

En una columna anterior habíamos aplaudido la intervención del presidente Iván Duque Márquez ante la Asamblea General 2020 de la ONU. Vuelvo al tema por la magnitud del compromiso adquirido en las esferas nacional y mundial, por parte del presidente colombiano, en el sentido de sentar una posición de defensa del medio ambiente, contra el accionar desmedido y sin control de multinacionales que se burlan de nuestra  legislación ambiental y minera, a más de otros temas que le valió el comentario cálido del Secretario de ese organismo multilateral, al punto de expresar: “El presidente del país suramericano resaltó los esfuerzos de su gobierno para la protección medioambiental y la lucha contra el cambio climático. Iván Duque también recalcó que la nación sigue comprometida con la paz y en la batalla contra el narcotráfico”. La palabra empeñada, decía mi abuelo, se tiene que honrar. Y más la palabra de un mandatario, pronunciada ante un gran foro como el de la ONU. Por tal motivo, vuelvo al tema de la participación colombiana, que tanto nos compromete ante el mundo. Y vuelvo, porque es sabido por todos que somos un país sin memoria.

En el portal Noticias ONU (luego de la intervención del presidente Duque), se lee un destacado titular: “Colombia hace un llamado a un mundo más justo y sostenible tras la pandemia de COVID-19”, y comenta con gran despliegue, que el presidente Duque “honró a las víctimas de la violencia durante su discurso y exaltó la labor de líderes y lideresas sociales que trabajan para construir una sociedad más digna y más generosa, y que a pesar de las dificultades no cesan en su empeño”. Bajo el gran título de “Colombia está unida en la paz”, resalta las palabras del mandatario: “Hoy en Colombia no hay dilemas entre amigos y enemigos de la paz, hoy somos un solo país que avanza sin importar si el viento está a favor o en contra”.  Finalmente, Noticias ONU pondera que “El presidente agradeció el acompañamiento de la Misión de Verificación de la ONU y destacó una vez más la política de su gobierno de Paz con Legalidad”.

Es refrescante para los colombianos -y para el mundo, diría yo-, el que el presidente de Colombia se comprometa de forma tan contundente ante un foro mundial, sobre temas que han sido fuente histórica de discordia, pobreza, desempleo, miseria y violencia en el país, a saber: el saqueo de las multinacionales mineras, el desplazamiento, el tema de la paz, el narcotráfico, las bandas criminales y el medio ambiente. La palabra es sagrada, y ello nos compromete a ponderar la intervención presidencial.

Hoy nos enteramos que  el  relator especial de la ONU sobre derechos humanos y el medio ambiente David Boyd,  solicitó a Colombia que se suspendan las actividades del Cerrejón, al menos temporalmente, para proteger de la contaminación y del covid-19 a la comunidad indígena wayuu de Provincial, en el municipio de Barrancas. El experto de la ONU, explicó que el hecho de respirar aire contaminado y carecer de acceso a agua potable debido a las actividades mineras incrementa el riesgo de enfermedades para estas personas y que durante la pandemia del coronavirus esta situación puede convertirse en una amenaza mortal. Igualmente, dice que “la ciencia es clara: las personas que viven en zonas que presentan niveles más altos de contaminación del aire -como la de los alrededores de la mina El Cerrejón-, se enfrentan a un mayor riesgo de muerte prematura por covid-19″.

Ojalá que este tipo de decisiones, y otras que esperamos en casos puntuales y urgentes como lo es el del Páramo de Santurbán o el Suroeste antioqueño, o el Occidente antioqueño, por señalar sólo tres, sean producto de esos compromisos presidenciales adquiridos, emanados de su participación en la Asamblea 2020 de la ONU, y que ponen a Colombia, verdaderamente, a la vanguardia mundial en el trabajo por el medio ambiente, la lucha contra el covid-19 y una paz verdadera y duradera para Colombia.

La palabra empeñada ante la Organización de las Naciones Unidas es una prueba de fuego, señor Presidente. Mi abuelo, Colombia y el mundo, se lo han de reconocer…, o demandar.