Por:    IVÁN  ECHEVERRI  VALENCIA

Las peleas de gallos o riñas de gallos finos, tiene su origen en China hace más 2500 años y otros hablan que estas se dieron mil años antes en la India. Posteriormente esta clase de combates se afincó en Roma y fue traída América por los conquistadores Españoles.

En muchos países latinoamericanos estos combates son legales y en otros están prohibidos por la crueldad del espectáculo y a causa de las mismas apuestas.

He querido traer este pequeño símil de los combates de gallos finos, por algo que nos toca vivir y aguantarnos diariamente en el país, con otros gallos de la vida nacional, que han convertido nuestro territorio en todo un reñidero o palenque para sus habituales confrontaciones con fines politiqueros e intereses personales.

En el circo nacional,  Álvaro Uribe Vélez, se haya apostado desde hace rato en la esquina de la ultra derecha y Gustavo Petro apertrechado en el ala izquierda, ambos con características muy parecidas a los mejores gallos de nuestro continente los de la raza  kelso y Sweater que se caracterizan por su agresividad, rapidez y agilidad tanto en el aíre como en tierra, poseen fuerza y son contundentes en los ataques, solo buscan dejar en la arena a su contendor. Uribe y Petro, son idénticos en su carácter y terquedad, por el estilo punzante en sus intervenciones, por su vehemencia cuando van al ataque, por su plumaje populista, por saber evadir los golpes bajos, por peso y  estatura en el contexto nacional, lo único que los diferencia son el color de las”patas”, el tamaño de las espuelas y la malignidad de los careadores.

Esta pelea eterna de ataques y contraataques es de nunca acabar y utilizan  espuelas de acuerdo con la confrontación, unas veces las llevan  de plásticos para no causarse daños graves  y en otros casos  como en los escándalos de la Ñeñe política, los falsos positivos, sus relaciones con narcotraficante, paramilitares, las tomas guerrilleras, los secuestros y las chulpas llenas de billetes, les exige calzarse con espuelas más letales como las largas, gruesas y rectas, que en el rigor del combate producen el mayor daño a su contrincante.

A estos gallos los acompañan sus más enconados áulicos tanto de la derecha como de la izquierda, que embriagados por su fanatismo se acomodan alrededor de la arena y se hacen sentir con sus bullicios, ¡hurras!, voces altisonantes, despeinadas cabelleras y brazos empuñados, para  avivar a los peleadores y enrarecer el entorno, aún más, en un país que se desenvuelve entre amores y desamores, entre la  guerra y la paz.  

En las peleas de gallos su máxima duración es de 25 minutos y termina cuando uno de ellos “pone la pechuga en la tierra”,  en nuestro país llevamos décadas de guerra y líderes enfrascados en un caraqueo y acusaciones de nunca acabar. La justicia,  que es el  verdadero árbitro y que le corresponde dirimir estas peleas, continúa anestesiada, no avanza en las investigaciones que nos permita saber la verdad y las  responsabilidades que se increpan; mientras esto no ocurra, continuaremos en plena bronca solo produciendo más belicosidad y odios que ensombrece el futuro de la patria con unas consecuencias aún inimaginables sobre la  estabilidad de nuestra maltrecha democracia.

Estamos aburridos por tanta virulencia entre los que ostentan el poder político, no queremos que esas peleas de gallos se sigan perpetuando, máxime cuando en esta época el hambre, el malestar social, el desempleo, la miseria, las quiebras, la violencia, el narcotráfico y despojo de tierras nos tiene a punto de tirar la toalla.

Estamos a tiempo de declarar la pelea “abierta” que significa un empate para que estos dos dirigentes con su liderazgo y enormes potencialidades, cesen en sus insultos, en sus mentiras y  se pongan de una vez por todas al servicio del país y de sus gentes que tanto lo necesitan.

En medio de la pandemia e incertidumbre en que nos encontramos, con una crisis económica histórica, flaco servicio le prestan al país, semejantes peloteras; de persistir este ambiente hostil, el pueblo entre dos años, muy seguramente les pasará factura, ojalá que sea para mejorar con otro gallo cantando en el gallinero.

ÑAPA 1. Irresponsabilidad total de quiénes no adoptan las medidas de bioseguridad, porque ponen en peligro su vida, la de su familia y la de los demás. Alejar la pandemia está en nuestras manos.   

ÑAPA 2.  El gobierno feliz con las ventas del día sin IVA, sin importarle la vida de millares de incautos que cayeron en la trampa.