Por: Briseida Sánchez Castaño.

Como enfermera y directora de una IPS de atención domiciliaria que hoy enfrenta el desafío más fiero de toda la vida: atender a la población más vulnerable de Antioquia en el contexto de esta pandemia,  como mujer aficionada a la filosofía,  y con la desazón de enfrentar los días sabiendo  que las personas  más entrañables que tengo en ésta vida son viejas, me enfrento a dos sentimientos que me atraviesan hoy, el de los hechos – que me mueven a concretar planes de acción, operaciones de despliegue en la divulgación, promoción, prevención, diagnóstico precoz y atención oportuna de éste desafiante Covid-19,  con el objeto de proteger a las personas más susceptibles  a los que hoy el azar podría estar arrebatándoles  un tiempecito más en ésta loca aventura que es vivir aquí en la tierra – y por otro lado el existencial que me recuerda que somos materia y energía que un día por coincidencia se  hizo consciente para tener la fortuna de ver la complejidad de un universo creado a partir de la nada, solo, desde un punto diminuto y singular en medio de la ausencia absoluta, un signo, una señal tan pequeña, sin tiempo ni espacio, un momento único y trascendental que hizo ¡Big Bang!, tan mágico y misterioso ese nacimiento, tan solo y autónomo ese instante para ser, tan explosivo y vivo ese trance que no necesitó de nada ni de nadie, un lugar invisible se convirtió de la nada a todo, de oscuridad a luz, tan crucial y definitivo para lo que seguía y cuando apenas ésta maravilla la asimilaba el mismo vacío, llega otra más alucinante, más desafiante, mas incontrolable: el origen del planeta tierra, tantos y tantos miles de millones de años tuvieron que pasar, tantas coincidencias, tanto azar, tantas casualidades, sin el orden, sin planeación, sin el pienso de la humanidad y otra vez algo insólito, sorprendente y loco ocurre, un pedazo de esa explosión empieza a generar un medio propicio para que un día llegáramos nosotros, tantos recursos, tantos desafíos, tanto tiempo y planes sin planes, orden sin orden, caos sin caos, ensayo-error, tanta confusión y desorden tuvieron que darse para que todo estuviera listo para nuestra llegada y otra vez el universo y la tierra sin contar con nosotros hace otro acto asombroso, un acto vital, crea al ser humano y como si fuera poco le da la capacidad de tener conciencia de  toda esa  maravilla ocurrida hasta antes de su llegada.

Ha sido un recorrido inacabable, generoso, desprendido y aquí estamos hoy tras miles de millones de batallas en todos los sentidos, enfrentándonos a un enemigo que nos desafía con eliminar de tajo a un sin número de seres humanos; el camino para llegar aquí ha sido largo y aventurero,  vivir para contemplar con asombro el camino recorrido y estar acá tras tantos y tantos riesgos ha sido tan afortunado, que me llena de melancolía saber que yo habría podido no llegar hasta aquí para ver lo fascinante de éste sueño hecho realidad : ¡ estar vivos !,  la muerte es oscura, aburrida, monótona, definitiva,  irreversible y  para siempre, y en ese estado mortal nunca pasa nada.

Briseida Sánchez Castaño.

1 Comentario

  1. Somos conciencias. Que hemos evolucionado desde la materia inerte o oscura que llaman y que todavía no se termina de descubrir.
    Pero este salto y el consecuente progreso no es al azar o caprichoso. Es por la voluntad del gran Dios que ha impregnado su espiritu. Su amor es maravilloso.
    Somos más afortunados de lo que nos podríamos imaginar.
    Hacernos parte de una gran plan eterno comandado por Jesucristo.

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