Los gobernantes transparentes y prudentes son los que fortalecen su credibilidad a través de una honestidad desbordante, una vulnerabilidad real, conversaciones intensas con el pueblo, respeto de los compromisos, gentileza, humildad, compostura, palabras sinceras y profundamente humano.

POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Los gobernantes inspiradores y creíbles no sólo dicen la vedad, sino que también fomentan la sinceridad en sus gobernados.  Son entusiastas cazadores de la verdad, que olfatean los malentendidos antes de que se produzcan, escarban para descubrir la falta de sinceridad y buscan secretos constantemente.  Los gobernantes que son honestos y sinceros hasta el punto de considerarlos creíbles marcan el camino y hace que las cosas sean mejores para los demás al asegurar la sinceridad.

Saben que la cultura sincera en la gobernabilidad y gobernanza genera un lugar de trabajo confiado.  Y cuando las personas confían entres sí en el trabajo de la política y la administración pública, los pueblos y comunidades prosperan, crecen, progresan y se desarrollan integralmente.  Un gobernante-líder no puede suponer que la comunicación sincera y sencilla se da naturalmente en una organización de servicio público o privado.  Trabaja con equipos para crear principios rectores, declaraciones escritas que describen lo que hay que tener presente para trabajar en cercanía con el pueblo y obtener exitosos resultados.

Estos principios rectores contienen siempre una o más promesas de decir la verdad plena.  Los miembros del equipo se comprometen a ser “sinceros, directos y sencillos”: “no tener secretos” y no matar al mensajero.  Algunos preguntan: “¿por qué tenemos que hacer esto? ¿Acaso no lo sabemos de todos modos?”.   Quizá, pero esta presunción puede ser un peligroso sumidero para la comunicación.  Crear una cultura sincera requiere compromisos formales y un esfuerzo diligente y deliberado en el día a día.

En una reunión de candidatos a elección popular y gobernantes salientes, el expresidente Álvaro Uribe Vélez llamó la atención de todos cuando, en la última observación a su equipo, dijo: “Ah, a propósito: miénteme… y estas eliminado del partido”.  Repitió las tres últimas palabras para darles mayor énfasis al tiempo que todos se irguieron en sus asientos.  “Lo que quiero decir” prosiguió: “es que si me mientes se acabó todo conmigo”.  Cualquiera que trabaje para el proyecto político de este gran compatriota, sabe la importancia que es la verdad para él y la sociedad en general.  Si no elijes la sinceridad, quizá sigas respirando, pero no tendrás un puesto junto a él.

No todas las presiones en pro de la sinceridad tienen que ser tan severas y formales como las de Uribe Vélez.  Hay otras estrategias efectivas que hacen que la gente se sienta segura al decir la verdad.  Para las elecciones de este próximo domingo, debemos elegir personas que sean abiertas, veraces y sinceras y, que aporten toda su capacidad de trabajo por el bienestar del pueblo.  Las ideas transparentes y acciones limpias animan a la gente a decir lo que está pensando para elegir bien, y ha servido de estímulo a muchos líderes transformadores para poner un montón de inquietudes y deseos en el centro de las urnas, con sus equipos de trabajo y con la comunidad.

Un gobernante de criterio, rigor, integridad, transparente e inteligente agradece el coraje de sus coequiperos y aliados, y dice: “Gracias por decir lo que todos estábamos pensando, pero no nos atrevíamos a decirlo”.  Es imperativo hacer preguntas, casi nunca se pone todo sobre el tapete, de modo que hay que tratar de buscar la verdad constantemente.  Un buen líder de la política pública intenta animar e implicar a sus aliados, amigos y seguidores en discusiones sinceras, haciéndoles preguntas que les induzcan a ello.  Por ejemplo, un gobernante termina siempre sus reuniones con esta pregunta: “¿Qué se ha quedado debajo de la mesa?”.  Y otro comienza las reuniones preguntando: “¿Qué tengo que saber que podría no querer escuchar?”.  Y en vez de pararse aquí, continúa indagando: “¿Hay algo más? ¿Qué más? ¿Algún otro tema?”.

Es muy importante que el gobernante que confía e inspira se plantee el hábito de hacer preguntas como éstas, y lo haga de modo que le resulte cómodo y gratificante.  Unas veces la gente responderá y otras no.  La gente no va a decir siempre lo que piensa, pero no se trata de eso.  Los gobernantes creíbles exaltan la sinceridad como un valor vital, generador de confianza para el pueblo: le dan forma y ayudan a los demás a hacer lo propio.

Por toda esta descripción quiero repetir: la verdad en el gobernante es una verdadera revolución y su mejor carta para buscar ser elegido o reelegido, por la voluntad popular.  Un buen gobernante jamás responde con evasivas y mentiras para engañar al pueblo.

¡Buen viento y buena mar!

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                     Medellín, octubre 27 de 2023