El ideal que un individuo o una sociedad se forma de la educación nace directamente del ideal que tiene la vida.

POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

La Erudición no enseña sensatez, prudencia, integridad, ética, honestidad, transparencia, moral y empatía.  La semilla del continuo ennoblecimiento del hombre y la mujer yace profunda e indestructiblemente en todas las almas humanas sensibles a la formación integral, fundamentada en los valores ciudadanos y los principios éticos y sociales.  Abordar la educación sin un criterio sano de humanización es un salto al vacío.  Las instituciones educativas, en todos los niveles, cuando se dedican a formar eruditos en detrimento de los valores esenciales y principios superiores, simplemente instruyen, pero no educan y la sociedad se torna tecnócrata y científica, pero deshumanizada, insolidaria, corrupta, injusta, violenta y mentirosa, que con el trascurrir del tiempo se destruye a si misma o implosiona sin significado y sin sentido.

Causa honda preocupación que hombres y mujeres de altos niveles de conocimiento en saberes específicos sean protagonistas de la inmoralidad, la corrupción, la deshonestidad y la mediocridad en el manejo de los recursos públicos que se le han confiado para construir un nuevo proyecto de nación, un nuevo modelo de convivencia humana y una nueva visión de sociedad.

La educación está enfocada a reflejar los ideales de nuestra patria.  A lo largo de la historia los grandes pensadores de la antioqueñidad han reflexionado sobre ella y a través de sus propias palabras hemos podido descubrir lo que en cada etapa de la vida se ha considerado imprescindible para el ser humano.  Homero, por ejemplo, en la Ilíada afirma que “no hay mayor fama para un hombre o mujer que la que él o ella gana con la destreza de sus pies y la fuerza de sus manos”.  Y Seneca escribe una crítica que parece tener vigencia en esta época: “estos son los malos tiempos.  Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros”.

La razón de la educación radica en la capacidad de dar buenas y valiosas respuestas a los retos nuevos e intensos de nuestro presente en Antioquia y Medellín.  Esa es la necesidad imperante que nos hace PENSAR EN GRANDE sobre la educación en todos los rincones de la patria.  Siempre y ahora la reflexión y la acción educativas han despertado el interés de la sociedad y la vocación de los gobernantes es contribuir con ello.

La educación en el departamento de Antioquia y Medellín no debe orientarse en el sentido restringido, imperfecto, de sólo pensar en el sistema escolar.  Educación es el aire, el medio ambiente, la ecología, el espíritu y la mente, con el que una sociedad proyecta y planifica el horizonte de su realización humana, como individuo y como conjunto social.  Y eso no se hace sólo en los establecimientos educativos de cualquier nivel.  Eso se realimenta y construye en la familia, la escuela, el colegio, la universidad, los diferentes grupos sociales, los ámbitos y experiencias laborales, y la savia reflexiva, la cultura, que influye compartida por el conjunto social.

La educación es una acción interpersonal.  Su finalidad, Kant, la refleja en una frase de antropología cuando dice: “el hecho de que el hombre y la mujer puedan tener el YO en su representación le eleva infinitamente por encima de todos los seres que viven en la tierra”.  En la medida en que nos educamos, potenciamos la consciencia, nos esforzamos en conocer nuestra realización personal, lo ideales, valores y actitudes significativas.

Hay dos grandes pensadores que describen certeramente este aspecto.  Luis Vives, en el siglo XVI dice: “hay que avivar la fuerza de la razón para que tenga algún poder sobre las fuerzas del alma”.  Y Nietzsche, en el siglo XIX, no suena muy diferente cuando expresa: “la inteligencia es un instrumento al servicio de los instintos; siempre ha sido así; nunca ha sido libre”.  En este sentido, educar es liberar el espíritu y la mente.  Por último, el sentido y enigma de la existencia humana es que tenemos la posibilidad, la libertad, de hacernos.  Existimos retados para dar razón de nuestra realidad, que es nuestra ineludible realización personal.  Para llevar a cabo esa experiencia es para lo que nos educamos en Antioquia y Medellín.  Considero que esto requiere generar un programa ético de la personal realización para servirle al pueblo.

La pregunta que deseo lanzar a mis lectores, hoy, es sencilla para reorientar el camino que llevamos: ¿para qué y como educarnos en esta Antioquia y Medellín que ha perdido el rumbo?  Tu respuesta enriquece el camino para emprender el vuelo que soñaos: ¡Educar con Calidad!

Los antioqueños por tres méritos podemos adquirir la sabiduría y educarnos: primero por la reflexión, la más noble; segundo, por la imaginación, la más sencilla; y tercero por la experiencia, la más amarga.  Coterráneos: es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones para educar al pueblo.  En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado de perfección que nos habíamos propuesto desde tiempo atrás.  El hombre y la mujer más noble al más humilde, todos tenemos el deber de mejorar y corregir nuestro propio ser.

¿No sería más eficaz lograr que fueran innecesarios los juicios? ¿No resultaría más provechosos dirigir nuestros esfuerzos a la eliminación de las inclinaciones perversas que padecemos hoy, en muchas personas y gobernantes que pretenden desequilibrar la sociedad y nuestra armonía con la naturaleza?

¡El pueblo tiene la última palabra!

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                                       Medellín, octubre 7 de 2023

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