Por: Luz Imelda Ochoa Bohórquez. MD.

Secretaria de las Mujeres de la Gobernación de Antioquia.

Estamos en medio de la campaña política que definirá nuestros gobernantes, hombres o mujeres, para el periodo 2019-2023 y vemos pocas novedades…

Por alguna razón, todos se quieren desmarcar de los partidos políticos y eso ya es una muestra de la decadencia de nuestro sistema. Quienes aspiran promulgan ser el cambio, pero los cambios no se ven claros en sus programas de gobierno…

Los votantes repiten los estribillos de cada 4 años en contra de la clase política pero siguen votando con los mismos…

Qué complejos y contradictorios somos los seres humanos… Debe ser que no sabemos qué queremos y menos cómo hacer que las cosas cambien.

Prefiero los arriesgados. Esos hombres y mujeres que a pesar de la rigidez del  sistema se tiran al abismo con propuestas innovadoras y a veces incomprensibles.

Desde la Secretaría de las Mujeres de Antioquia nos arriesgamos mucho durante este período.  Entramos a sabiendas del riesgo, en el camino nebuloso entre la ciencia y la espiritualidad para traer nuevos conceptos alrededor del tema de equidad de género y proponer nuevos lenguajes, nuevos abordajes y comprometernos con unos resultados que ya se ven. Tenemos hoy un respaldo serio y académico que muestra la equidad de género como un proceso de evolución de la especie humana sobre la tierra. Es más evolucionado aquel que es capaz de ver en otro a un igual.

Sin embargo una de las mayores apuestas que fortalecimos y renovamos fue la Escuela de formación política pa´mujeres.  Si, pa´ mujeres.  Así la llamaron nuestras compañeras del período anterior y decidimos conservar el nombre. Es una escuela que lidera el tema de la participación política de las mujeres, desde el gobierno.  Es una política de gobierno, promover y garantizar que las mujeres participen y ojalá ganen en la contienda electoral.

Durante este periodo rediseñamos el modelo de enseñanza, incluimos temas profundos de transformación del modelo de pensamiento de las mujeres, fortalecimos los mecanismos internos y externos para vencer los múltiples miedos que enfrentamos las mujeres que hacemos política y de manera muy pedagógica y secuencial las llevamos desde la comprensión del Estado hasta el manejo del día a día del Departamento y de los municipios. Incluimos todos los temas del desarrollo integral de los territorios y concluimos con un paso a paso de campaña con énfasis en la estrategia de mercadeo político, todo con un solo fin: que ganen nuestras mujeres en las elecciones.  Invertimos alrededor de 2000 millones de pesos en los 4 años en su formación.  Ha sido tal el reconocimiento de nuestra Escuela que ha servido de modelo para otros departamentos y municipios y aún para otros países en Latinoamérica.  Todo ¿para qué?  ¿Por qué?   Porque creemos firmemente que la forma más rápida y efectiva de traer el tan anhelado cambio a la política colombiana, es llevar nuestras mujeres para que en paridad con nuestros hombres, tengan una visión integral, completa de los problemas que nos aquejan y que ambos desde sus perspectivas planteen nuevas soluciones.

No estamos diciendo que somos mejores ni peores en nada. El discurso de la competencia entre las habilidades y capacidades de  hombres y mujeres  es visto por mí, como innecesario. Ambos hemos demostrado habilidades y capacidades propias de nuestra especie y a ambos nos falta mucho por explorar y explotar en el tema.   ¡Lo que no hemos vivido en Colombia es la paridad! ¡La equidad! ¡La igualdad!

Somos un país altamente desigual y ese  desequilibrio ha marcado 200 años de violencias y guerras. Y no solo no es ajeno, sino estructural, el desequilibrio que existe entre hombres y mujeres que causa todo tipo de atrasos y desagracias en nuestras familias y en la sociedad.  Es ese inmenso desequilibrio el que genera violencia al interior de los hogares y gran infelicidad en quienes la padecen. Ese desequilibrio se muestra luego en las instituciones educativas, en las empresas, en las religiones, en el sistema económico y obvio en el sistema político y en la forma como se toman las decisiones en nuestro país.

La apuesta durante estas elecciones es votar por mujeres. Y ojalá por mujeres formadas integralmente, como seres en evolución, sin odios y sin cuentas por cobrar. Mujeres seguras que saben debatir con altura y con argumentos. Mujeres arriesgadas,  que se exponen a las críticas, las burlas, los chismes, el menosprecio, la violencia, el señalamiento y que dejan todo por cumplir el sueño de ayudar a la transformación de sus entornos.

Eso sí sería un gran cambio en la política colombiana.  Eso nos impulsaría en el proceso evolutivo de manera  clara y contundente.                                                                                                                   No sabemos cuál será el resultado de este experimento, pero sabemos que el solo hecho de arriesgarnos ya es un triunfo de la evolución.

Observemos con detenimiento el proceso electoral en Colombia. Se están dando  cambios…  Las mujeres en Colombia, hemos  padecido la guerra de maneras inenarrables y desde todos los rincones de Antioquia brotan mujeres tejedoras de paz, que desean de corazón y alma, enseñarnos a mirar la vida y la política de una manera diferente: con mirada de mujer.  Eso no lo hemos vivido en el país.  Eso sería un gran cambio. Las mujeres estamos preparadas para dirigir  y compartir el poder. Estamos listas para tomar grandes decisiones y hacer grandes cambios.

Es tiempo de arriesgarse como sociedad.