Para los gobernantes íntegros resulta crítico tener una fundamentación de valores y principios compartidos que sustente los grandes logros.  Esta influencia sobre los valores y principios es en donde el gobernante puede ejercer su mayor impacto sobre las instituciones a su cargo.  No podemos seguir dándonos el lujo de tener valores y principios disfuncionales en nuestras instituciones públicas y privadas.  Necesitamos descubrir las clases de valores que se conviertan en fuerza unificadora, que construyan en el equipo de   gobierno y que garanticen una disposición hacia la acción rápida y efectiva.

POR LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Cuando una organización de servicio público ha establecido un conjunto poderoso de valores compartidos o principios rectores, todos pueden ser movilizados rápidamente y en su potencial liberado para alcanzar la excelencia.  Puede comprenderse mejor el papel que desempeñan los valores compartidos en una administración pública sana de carácter oficial, analizando hombres y mujeres que han tenido éxito en su vida al servicio de la comunidad.  El éxito que han alcanzado se basa en gran medida en las creencias y en los valores que profesan.  Por otra parte, quienes tienen dificultades para alcanzar el éxito, por lo general tienen creencias o valores que se interponen en su camino.

Otro tanto ocurre en las organizaciones públicas oficiales: Las que históricamente han tenido éxito, con frecuencia han profesado unos valores y principios compartidos, reglas y normas de comportamiento que “hacen del ganar un hábito” para la organización, como podrían ser, por ejemplo, una actitud de “puede hacerse” o una “pasión” para servirle al pueblo.  Ahora, cuando entramos en una era en la que hay menos dirección por parte de las figuras de autoridad y menos procedimientos y políticas rígidos, debemos confiar mucho más en la guía que nos proporcionan los valores y principios.  Así como la visión nos estimula en un nivel profundo, los valores también viven en nuestros corazones y los principios en nuestra mente y espíritu.

Puestos a escoger, todos queremos fundamentar nuestra vida en valores y principios elevados.  Nos relacionamos con los valores a un nivel muy personal, profesional, emocional y espiritual.  Algo que hemos encontrado muy gratificante en el trabajo de algunos gobernantes con cientos de equipos de trabajo es un fuerte paralelo entre los principios de efectividad en la vida para un individuo y los valores compartidos para triunfar, que hace que una organización al servicio del pueblo florezca.

Un gobernante serio, honesto, íntegro, visionario y empático comienza por los valores y principios porque son los que más reflejan el calibre de la persona que llama a laborar en su mandato.  Desea que su equipo de gobierno lleve a cabo cosas que le aportarán valor agregado a su gestión y a su Plan de Desarrollo Institucional.  Es necesario que los gobernantes-inspiradores hagan hincapié en que estos valores y principios de alto desempeño pueden integrarse en cada función, desde la contratación y orientación para el trabajo, hasta remuneración y los estímulos que se merezcan; las revisiones, evaluaciones y promociones, las fusiones y las adquisiciones.

Es necesario que las expectativas queden perfectamente aclaradas mediante las recompensas y las consecuencias.  Por ejemplo, aquellos servidores públicos que están a la altura de los valores y principios, pero que quizá estén rezagados en el cumplimiento de las metas, tendrán una segunda oportunidad o una tercera, a la vez que más entrenamiento y orientación.  En último término, la cultura organizacional nueva y sana cobra vida en la medida en que estándares de excelencia se practiquen todos los días y se conviertan en algo “normal y natural”, al interior de la organización.

Las clases de valores y principios compartidos para lograr el éxito institucional, que nuestros exgobernantes mencionan repetidamente en los diálogos, y los que discernimos en nuestras tertulias, desde la mesa del Doctor José Prieto Mesa, incluyen:

  • Integridad y honestidad.
  • Liderazgo inspirador y empowerment.
  • Franqueza, confianza y credibilidad.
  • Trabajo en equipo y apoyo mutuo sin sectarismos ni exclusiones.
  • Empatía por los demás.
  • Apertura al cambio y al poder transformador de las organizaciones oficiales.
  • Calidad, calidez, servicio y orientación oportuna a la comunidad.
  • Respeto por las personas y por la diversidad.
  • Superación constante y búsqueda de la excelencia.
  • Actitud de “poder hacerlo”.
  • Equilibrio de vida privada y pública

“P.D.”: Los diálogos institucionales comienzan con los coequiperos, haciendo hincapié en la importancia de los valores y principios compartidos por todos como “la piedra clave” para cualquier dependencia o secretaría de despacho con misión y visión al éxito.  Los coequiperos-líderes pasan luego a ser multiplicadores y a describir los valores específicos y los principios rectores que se han considerado importantes para llegar al cumplimiento de las metas señaladas y al logro en el plan de desarrollo pertinente.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                   Medellín, mayo 10 de 2024