Por: Briseida Sánchez Castaño.

Soy asistente directiva  de una compañía, hoy es lunes, el reloj despertador suena a las 6: 45 de la mañana, tengo mi primera reunión  del día a las 7 a.m,  me levanto de inmediato, me cepillo los dientes, me cambio solo la blusa de la piyama por algo que se pueda mostrar tras las pantallas, me recojo el cabello, un poco de rubor sobre la cara para no verme tan pálida, le pongo agua y café a la cafetera, la enciendo y me la llevo para el escritorio, enciendo el computador, me siento en el escritorio que está en el mismo  cuarto donde he dormido, comienza la reunión,  me sirvo la primera taza de café, veo en la pantalla la imagen de todos en cuadritos pequeños, a algunos como yo, se les ve la cama detrás, la mía sin tender, la de Alicia muy tendida, Jorge tiene detrás su pequeña biblioteca atestada de documentos, Guille trabaja en el comedor y su esposa pasa de tanto en tanto haciendo oficio en casa, conozco las piyamas de Mary y sé que la tiene puesta, pero se pone una bufanda para que no se note, Beto trabaja en la oficina improvisada en el patio de su casa y siempre tiene detrás una veranera, Lucas que es tan reservado, se ubica de tal manera que atrás solo se ve una pared blanca, María comparte escritorio con sus hijos que siempre están en clases, hay cierto caos siempre en el ambiente, ella abandona frecuentemente su puesto de trabajo para ir a atender el computador de sus hijos, Lucí desayuna delante de la pantalla, siempre se le ve comiendo, hago mi presentación, algunos me hacen requerimientos, les digo que mañana les muestro los ajustes, ya son 9: 59 de la mañana, nos despedimos, cada quien sale con tareas pendientes,  paso a otra sala virtual con otra área de la compañía, antes de estar en el aire tiendo mi cama y tomo un yogur de la nevera y me llevo unas galletas para desayunar en medio de la siguiente reunión con altos directivos, comienza a hablar mi jefe, detrás de su imagen hay un ventanal gigante que da al campo, a lo lejos se ven vacas y terneros, pienso en lo bueno  que sería estar allí en esa casa y no en este apartamento de cuarenta y seis metros cuadrados, el jefe comienza a hablar, una mujer vestida con un uniforme impecable y con mascarilla, le trae una taza de café con crema en un bellísimo pocillo, el jefe nos comenta las metas para el mes,  veo a los demás jefes de áreas en sus casas, el doctor José tiene atrás un exótico mueble donde están dispuestas botellas de licor fino, el doctor Ignacio tiene su escritorio en medio de una oficina donde se ve una gran lámpara de centro y un mobiliario de madera, al doctor Rous se le ve atrás un cuadro de Diego Rivera, la riqueza se nota hasta en las pantallas. Son las doce del mediodía, terminamos la reunión, me paso para otra sala virtual, el internet se me puso un poco lento, llego cinco minutos retrasada, me excuso con los diferentes jefes de área, se exponen las necesidades de recurso humano, termina la reunión a la una de la tarde, llamo a mamá por video llamada, mientras tanto voy a la cocina, descongelo el pollo en el micro ondas, lo pongo luego sobre un sartén, le pongo aliños, saco arroz de la nevera que está preparado desde ayer, lo caliento, saco brócoli, zanahoria, rábano y espárragos, los pico en la picadora, les pongo aderezo de ensalada, ya es la 1: 30 del día, me despido de mamá, llamo a mi novio por video mientras  almuerzo, él está igual que yo, faltan diez minutos para las dos de la tarde, me despido,  tomo un baño, me visto, no alcanzo a maquillarme, comienza la reunión de las dos de la tarde, mi cliente me hace un paseo virtual por su casa, me comenta cuáles son sus necesidades, tomo nota, quedo pendiente de enviarle posibilidades, a las tres de la tarde voy a otra sala virtual, tengo reunión de salud ocupacional, el supervisor expone la nueva normatividad y las decisiones tomadas para continuar trabajo virtual, son las cuatro, no tengo más reuniones, reviso mi correo electrónico, respondo emails, ya son las cinco de la tarde, comienzo a alistar el material para presentar en las reuniones de mañana, trabajo hasta las siete de la noche, me levanto del escritorio, me preparo la cena, un sándwich de atún, mientras lo hago llamo a mi mejor amiga, Bety, está igualmente preparando su cena, comemos juntas, ya son las ocho de la noche, estoy cansada, enciendo el televisor, veo las noticias,  lo apago, hago un pedido por Rappi,  leche, queso y algo de fruta, pongo el reloj despertador a las 6 : 45 de la mañana, ya son las nueve de la noche, me pongo a ver en Netflix el cuarto capítulo de la serie de moda, me quedo dormida, tengo una pesadilla: me he convertido en una pantalla, parece que existo pero no es cierto, produzco un efecto aunque no es verdadero, me he despertado con menos pixeles que ayer, estoy desapareciendo…muriendo.