La noticia no debe tener modificaciones, adulteraciones, ni demoras acomodadas al imperio de tal o cual interés, no puede ser ni en favor ni en contra de nadie; no deberá ser parcial. Esta debe ser pura y simple, integral y completa…

Autor: Héctor Jaime Guerra León*

Para nadie es un secreto que es a través de la comunicación como el pueblo y, en especial, el ser humano individualmente considerado, se puede mantener informado y con ello adquirir un buen nivel de conocimiento o, mejor aún, de los saberes que se pueden llegar a obtener sobre las diferentes realizaciones, practicas y/o hechos que se generan en el entorno social donde nos desenvolvemos en todos y cada uno de los escenarios o ámbitos en que nos relacionamos con los demás: sociedad, economía, política, religión, etc.

La noticia es una “Comunicación o informe que se da acerca de un hecho o un suceso reciente, en especial si se divulga en un medio de comunicación” (Google). Con ocasión a la forma como se difunden las noticias en nuestro país, e inclusive en el mundo entero, han dicho los más avezados comunicadores, e inclusive catedráticos universitarios de reconocida idoneidad profesional y académica, que nunca una noticia debe publicarse o reproducirse sin que antes sea verificada su veracidad o real ocurrencia, como también la seriedad de la fuente de la cual proviene y, con mucha mayor razón cuando el contenido noticioso sean informes, datos o acontecimientos cuya fuente provenga de un anónimo o de una persona que –por su especial condición- deba mantenerse en confidencialidad.

Esta es una de las falencias éticas que más ha padecido nuestro país, invadido – no en pocas ocasiones- por las ansias de protagonismos desmedidos y el sensacionalismo de algunos medios (o periodistas) que en vez de buena información lo que quieren es garantizar audiencia y la difusión de noticias afines o favorables a un interés político, particular o económico que impera o domina el medio que la trasmite, manipulando la información al amaño de quien tiene dicha supremacía. Ello puede ocasionar un inmenso daño a la opinión pública y, de manera especial, al conocimiento mismo de la verdad (los juristas dicen verdad material), real y concreta sobre lo que ciertamente ha ocurrido y se quiere difundir.

Mayores riesgos y márgenes de parcialización en el manejo de la información noticiosa, se adquieren cuando los medios de comunicación o, por lo menos algunos de ellos, son manejados o asumen una orientación estratégica para el mantenimiento o implementación de ideologías o formas de pensar que se nutren o benefician cuando la verdad se dice a medias o tergiversada (total o parcialmente), sembrando dudas, ocultando o retardando el contenido real o concreto del hecho divulgado, es lo que comúnmente se conoce como “ideologización de la noticia”, emitiendo o entregando la información de tal forma que esta pueda beneficiar o perjudicar, según el caso, a ciertos sectores de opinión, del pensamiento político y/o los intereses particulares de ciertos círculos de poder, económicos, sociales, políticos o de personas que pueden acceder al privilegio de imponer estas orientaciones al interior del proceso noticioso. Ahí sí como dijo Thomas Leo Clancy Jr, gran novelista y escritor estadunidense: “Si puedes controlar la información, puedes controlar a la gente”.

En todo caso, en una sociedad regida por principios éticos y democráticos, la noticia no debe tener modificaciones, adulteraciones, ni demoras acomodadas al imperio de tal o cual interés, no puede ser en contra de nadie; no deberá ser parcial. Esta debe ser pura y simple, integral y completa; en manera alguna podrá ser matizada o interpretada por quien tiene el sagrado deber de trasmitir la verdad tal y como realmente han ocurrido los hechos que la producen. De lo contrario, la noticia no será más que desinformación, con todas las nefastas consecuencias que -en una sociedad así “informada”- le pueda suceder a la democracia, a la verdad, a las instituciones y al ciudadano del común que -en medio de la desinformación y el caos que se genera- podrá ser sometido a los más injustos tratos y consideraciones por parte de quienes pueden influenciarlo con falsas y malintencionadas informaciones- noticias.

El asunto no es fácil y por ello se han advertido históricamente inmensos hechos sociales, no solo en nuestro país, sino en muchas partes del mundo, que han tenido mayor o menor relevancia (consecuencias) de la que realmente han merecido en la medida en que se han asumido los procesos noticiosos que han logrado generar y el tipo de intereses que los haya rodeado.

En la página https://es.unesco.org/courier/july-september-2017/informacion-falsa-opinion-periodistas de la UNESCO, podemos encontrar mayores análisis sobre el preocupante asunto de las noticias e informaciones falsas que han ido invadiendo y minando el mundo de las comunicaciones y aún más en una sociedad que -como la nuestra- ha sido asediada por rigurosos y acelerados avances en materia tecnológica que han posibilitado el surgimiento de múltiples y diversas redes sociales que no solo han apresurado y modernizado nuestras formas de comunicación, sino que también las han complicado, haciendo muy difícil su control y seguimiento, siendo más complejo saber su compromiso ético y el respeto que en su actuar tienen por las reglas de juego que deben regir el cumplimiento de sus deberes con la verdad, la sociedad y el Estado, siendo evidente el más mínimo rigor ético que se debe garantizar en la actividad periodística e informativa por insignificante que esta sea.

Catarina Carvalho, jefa de la Redacción Global Media Group (Portugal), en El Correo de la UNESCO (julio-septiembre 2017) sobre Información falsa: La opinión de los periodistas, afirmó categóricamente respecto de este espinoso asunto que “Las noticias falsas o trucadas no son periodismo. Tendríamos que preguntarnos qué le hemos hecho los medios informativos tradicionales al periodismo para que esas noticias falsas se acepten y difundan con tanta facilidad. Para impedir que las informaciones falsas tengan tanto poder e influencia y poner término a su propagación, creo que deberíamos hacer un examen de conciencia y preguntarnos si estamos haciendo lo que debemos, si nuestras conductas son acertadas y si practicamos un periodismo ético”.

Desde la antigüedad, con el gran Maestro Jesús, y el mismo Sócrates, hemos aprendido que “La verdad nos hace libres” y que manipularla, decirla a medias o tergiversarla es uno de los más potentes mecanismos que se han utilizado a lo largo de toda la historia para generar inequidad (pobreza), injusticia (desigualdad), ignorancia y violencia, entre otros terribles males que han azotado a la humanidad entera.

Nuestra patria amada no ha estado exenta de este tipo de terribles fenómenos.

*Abogado. Especialista en Planeación de la Participación Comunitaria; en Derecho Constitucional y Normatividad Penal. Magíster en Gobierno.

 

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