“Son muchos los estratagemas y artimañas que se utilizan para defraudar la democracia y engañosamente desnaturalizar la verdad solo con el propósito de conquistar electorado y ganar las elecciones”.

Autor. Héctor Jaime Guerra León*.

Oficializados como están los procesos de aspiración e inscripción de candidatos y listas para los diferentes cargos de elección popular, al pueblo elector solo le queda escoger –con su voto- a quienes habrán de orientar los entes territoriales de nuestro país durante el próximo cuatrienio. Infortunadamente para la ciudadanía, este proceso no es tan autónomo y libre como parece.

Una de las características fundamentales de este proceso es la multiplicidad de partidos, también de aspirantes, que se presentan al debate electoral, muchos de ellos por primera vez. Ello demuestra la debilidad de los partidos tradicionales y es bueno para la democracia, pues intenta auspiciar la oxigenación de otras alternativas dirigenciales y programáticas, que por muchas razones no se permiten al interior de los partidos tradicionales que –como puede observarse- tienen los mismos dirigentes y las mismas costumbres desde tiempos atrás, evitando a la sumo el relevo y la participación de nuevas formas de pensamiento político, nuevas generaciones de hombres y mujeres a quienes con dichos nepotismos se les impide presentarse para emular y participar -limpia y democráticamente- en los escenarios políticos y gubernamentales.

Los partidos tradicionales no les gusta permitir los relevemos programáticos y generacionales que tanto prometen al electorado y a la sociedad en general. Ahí sí como se dice en el argot popular, “predican mucho, pero no practican nada”, por eso empieza a ser tan evidente su decadencia y desprestigio.

Por esa razón es muy común que la respuesta que se da ante la inquietud de ¿por quién votar? la respuesta sea, “por el que diga fulano o perano”. Es increíble, pero es la verdad, ante la falta de criterio personal y, tal vez, por la inexistencia de una verdadera cultura política que eduque integralmente al elector sobre cuál es la utilización que debe darse al sagrado derecho al sufragio, muchos ciudadanos no tengan aún el alcance e independencia de elegir de conformidad con los programas y las propuestas que realmente deben ponerse en práctica para resolver los problemas comunitarios existentes, sino que crean que para dichas resoluciones- decisiones, deban conformarse o acogerse a lo que indiquen los “dueños” de los partidos o sus líderes, muchos de ellos ya sumergidos en el complejo mundo de la corrupción, el clientelismo y con los más abusivos nepotismos y, en todo caso, contrarios al deber ser y a los principios y valores que deben imperar en una integral democracia y en un Estado social de derechos como se supone que es el nuestro.

A pesar de los grandes esfuerzos que se han realizado, para extinguir definitivamente estos tradicionales defectos, graves enemigos tiene la democracia, frente al ejercicio del voto, no solo por la falta de cultura política (que sería lo ideal y que según Wikipedia, se entiende como el “conjunto de conocimientos, evaluaciones y actitudes que una población determinada que manifiesta diferentes aspectos de la vida y del sistema político en el que se inserta.”), sino que de allí se desprenden otros grandes males y tremendos vicios que degradan de manera sustantiva y dramática nuestros procesos electorales y políticos. Los fanatismos, las ideologizaciones que “buscan ocultar la realidad, promueven el encubrimiento del valor intrínseco de cada persona, promueven la valoración asimétrica de las personas que moldean relaciones sociales verticales, muy convenientes para el mantenimiento del contexto social injusto” (según Portal UCA); las deslealtades que se infringen a los electores por medio de las redes sociales, manipuladas muchas veces para trasmitir mentiras y falsas noticias, tergiversar mensajes y dañar la verdad y la imagen de los candidatos contrarios y hasta de las instituciones, son muchas de los estratagemas y artimañas que se utilizan para defraudar la democracia y engañosamente desnaturalizar la realidad solo con el insano propósito de conquistar electorado y ganar las elecciones.

Son pues estos algunos de los muchos vicios, dificultades y situaciones que muy seguramente se repetirán en el proceso democrático que ahora afrontamos, pero hay que seguir adelante, con la esperanza de que todas estas malas prácticas desaparezcan del escenario político electoral y podamos hacer una elección de los mejores hombres y mujeres que participan en este importante debate; para elegirlos –fundamentalmente- no solo por sus buenas costumbres éticas y morales, sino también por su buena preparación y por ser los más indicados para asumir el mando de nuestra institucionalidad local y regional a partir del próximo año. No podemos equivocarnos, por las complejas situaciones por las que atravesamos, hay que elegir a los mejores.

Ojalá ello sea posible, Colombia lo necesita de manera urgente.

* Abogado. Especialista en Planeación de la Participación y el Desarrollo comunitario; en Derecho Constitucional y normas penales. Magíster en gobierno.

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ENTREVISTA COMPLETA PUBLICADA POR EL PROGRAMA “NOS COGIÓ LA NOCHE” – VEA AQUÍ—>minuto 41:00

 

DAMOS EL CRÉDITO DE ESTA NOTICIA A  LOS AUTORES DEL VIDEO:

Nos Cogió La Noche, lunes 31 de julio de 2023
Grabado en vivo