Construir la verdad exige sepultar la mentira, y construir acuerdos de paz total desde la voluntad de los violentos atrincherados es una gran utopía.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Hoy, he querido hablarles sobre la disolución de la verdad y la paz para el pueblo colombiano.  Para muchos será motivo de alegría, y otros se sentirán más bien desesperanzados.  Sin embargo, no debiera ser causa de regocijo ni de desesperación, puesto que somos responsables de nuestro propio destino.  Quizá recuerdan ustedes aquella leyenda en la que el diablo y un amigo iban paseando por la calle, cuando de pronto vieron delante de ellos a un hombre que recogía algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo.  El amigo preguntó al diablo: “¿Qué es lo que ha recogido ese hombre”? “Ha recogido un pedazo de la verdad”, contestó el diablo.  “Mal asunto para ti, entonces”, dijo el amigo.  “Ah, no, en absoluto -replicó el diablo-; voy a dejarle que la organice”.

Muchos de nosotros venimos sosteniendo que, en Colombia, hoy, la verdad y la paz es un constructo ideológico sin camino, y que no es posible acercarnos a ellas por ningún sendero, ninguna voluntad política, ninguna secta religiosa, partidista o grupista.  Ése es un punto de vista, y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente.  La verdad y la paz puesto que son ilimitadas, puesto que están libres de condicionamiento, y no es posible acceder a ellas por ninguna clase de camino, no se puede organizar en mesas acuerdos politiqueros, ni tampoco debería formarse ninguna organización Estatal para conducir o forzar a la gente a seguir un sendero determinado en nombre de una falsa democracia.

Si empezamos a comprender esto, veremos hasta qué punto es imposible organizar una creencia en ellas.  La creencia es una cuestión puramente individual y no pueden ni deben los deshonestos, corruptos, inmorales, criminales, narcoterroristas, politiqueros, mentirosos y perversos organizarla.  Sí lo hacen, se convierte en algo estéril, muerto, cristalizado; se convierte en un credo, una secta politiquera, un partido dictatorial y totalitario que ha de imponerse a los demás.  Esto es lo que hoy se trata de hacer desde el gobierno central y el Congreso de la República de Colombia.  La verdad y la paz, entonces empequeñecen y se transforman en un juguete para los débiles desprotegidos, para los que están momentáneamente descontentos, mientras les llega la mermelada.

La verdad y la paz no pueden rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ellas.  No podemos nosotros bajar la cumbre de la montaña por el valle.  Si queremos llegar a la cima de la montaña, tenemos que pasar por el valle, escalar empinadas laderas sin temor a los peligrosos precipicios que nos esperan.  Tenemos que ascender hacia la verdad y la paz; no es posible hacerlas “descender” u organizarlas para comodidad de los malos y perversos hijos de la patria.  Es el interés por las ideas lo que las organizaciones democráticas sustentan, pero las organizaciones despiertan sólo el interés desde fuera; y el interés que no nace genuinamente del amor a la verdad y a la paz en sí mismas, sino que es incitado por la politiquería, el engaño y la mentira, y por ello, no tiene valor alguno.

Las organizaciones se convierten en una estructura dentro de la cual sus miembros pueden encajar convenientemente; ya no necesitan esforzarse por alcanzar la verdad y la paz, o la cumbre de la montaña; basta con que tallen un cómodo nicho en el qué colocarse, o en el que dejar que la organización los coloque favorablemente; y piensan que de ese modo la organización los conducirá a la verdad y a la paz.  Yo sostengo que ninguna organización oficial o privada desde las trincheras armadas puede conducir al hombre o la mujer a la espiritualidad.  Si se crea una organización política con este propósito, se convierte en una muleta, en una debilidad, en una servidumbre que forzosamente mutila al individuo y le impide crecer, establecer su unicidad, que reside en el descubrimiento que haga por sí mismo de esta verdad y paz absoluta e incondicional.

Así pues, ésa es otra de las razones por las que, como ciudadano de a pie, convoco a disolver esta farsa del gobierno que nos miente sin vergüenza y recato alguno.  Nadie nos ha persuadido para que tomemos esta decisión.  No se trata de una magnifica proeza, pues ni deseo tener seguidores, y lo digo en serio, porque me siento independiente de suficiente criterio y carácter para hacerlo.  En el momento en el que el pueblo sigue a alguien, desde la ignorancia, dejan de seguir la verdad y la paz.  No me preocupa si prestan o no prestan atención a lo que digo; hay algo que quiero hacer con alma de colombiano, y voy a hacerlo con inquebrantable concentración: ¡Crear consciencia colectiva de defender la verdad y la paz desde nosotros mismos!  Sólo una cosa me importa, una cosa esencial: Hacer que el pueblo sea libre de tanta ignominia, engaño, injusticia, miserabilidad y desprecio por parte de la politiquería y un gobierno farsante e incoherente.

Deseo que un día el pueblo sea librado de todas las cárceles que lo oprimen, de todos los temores y no fundar nuevos partidos disfrazados de demócratas, pero arropados en la mentira, ni establecer nuevas teorías y nuevas filosofías engañosas, injustas, inhumanas y despiadadas con los débiles y los ciudadanos de extrema pobreza.  Entonces, como es natural, me preguntarán por qué recorro por estas columnas temáticas hablando con frecuencia.  Les diré por qué lo hago.  No es que deseo que me sigan ni porque desee tener un grupo especial de discípulos selectos.  ¡Cómo les gusta a los colombianos ser diferentes de sus semejantes, por más ridículas, absurdas o triviales que puedan ser sus distinciones!  No quiero alentar este disparate.  No tengo seguidores, ni alumnos, ni en la tierra de la politiquería ni en el ámbito de la espiritualidad: ¡Simplemente soy un ciudadano de a pie con alma de Maestro!

¡Feliz navidad 2022 y un compromiso serio y responsable con Colombia en el año 2023!

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                         Medellín, diciembre 3 de 2022