Por: Balmore González Mira

Me animé a escribir sobre este tema por un comentario que precisamente por estas calendas me hiciera un amigo sobre lo que  significaba esta en el comportamiento diario de la humanidad  y dentro de las muchas frases que uno va descubriendo sobre la envidia,  se encuentran unas magistrales como que a veces no te envidian las cosas materiales que puedas tener porque quien te las envidia también puede tenerlas, sino el brillo que irradias como persona;  la envidia definitivamente dura más que los logros de quien es envidiado Y eso tiene una forma especial de hacer sufrir tanto al envidioso que jamás podrá superarlo,  así obtenga algunos logros, la figura de esa persona a quien envidia siempre le será superior a su aceptación;  decir que siento envidia de la buena es tal vez la forma más clara de no aceptar de manera expresa que alguien pueda ser mejor, o que sea incapaz de felicitar con sinceridad al otro;  pero definitivamente la envidia es tan dañina que produce odio,  rencor, negativismo, frustración, produce rabia y produce dolor en quien la siente;  pobre de aquellos que viven alrededor permanente de la envidia.

He observado cómo algunos envidiosos y limitados solo se dedican a hablar mal de otros con el único propósito de escalar peldaños a costa de demeritar al otro, inclusive quieren dañar hasta a los mismos compañeros de equipo; pobre pensamiento y actuar el del envidioso y pobre vida la que lleva quien la padece.

La envidia mata el alma y la envenena, es una de las frases más comunes y esa es la verdadera realidad del alma del envidioso, por ello, como dice el otro adagio,

“es mejor despertarla que sentirla”

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