Por: Balmore González Mira

Escribí recientemente sobre la falta de humanismo en las Universidades, en el sentido de la monetización completa de estos claustros como si ello fuera su único propósito; manifestaba también la falta de humanismo de sus directivos por su incoherencia frente a lo que predican, como el valor de la concertación, la generosidad y solidaridad, y lo que aplican, con acciones que rayan con el propio autoritarismo académico.

Varios de mis lectores me propusieron ahondar más en temas de la academia que iban desde la tiranía de algunos docentes, la falta de criterio de otros, hasta la lectura  misma de otros profesores  que quieren imponer sus criterios ideológicos por encima de la libertad de cátedra, como una logia dirigida a la consecución de unos propósitos políticos, pretendiendo moldear el pensamiento colectivo de las nuevas generaciones.

Me llamó poderosamente la atención el tema propuesto en el título de esta columna, toda vez que nos salimos de la forma, propiamente dicha, del deshumanizado proceder de la  universidad en lo que atañe al tratamiento personal o económico de sus educandos, para reflexionar más en la deshumanización académica como una forma de preparar a los futuros profesionales o especialistas dentro de estereotipos enmarcados en intereses del mercado, afectando el conocimiento, el saber, el aprendizaje y la propia ciencia de la educación.  

No se trata de sacar profesionales en serie, lo fundamental es formar personas en y para el humanismo que el mundo necesita y reclama; la discusión debe basarse en los contenidos y en quien los exponga sin moldear la verdad histórica de los mismos; los hechos deben ser contados como realmente ocurrieron y no como queremos que aparezcan según la ideología de cada quien. Esto me hizo recordar la diferencia profunda que siempre he expuesto entre dos tipos de docentes,  uno al que no le parece y no comulga con el pensamiento de su alumno y por ello lo sacrifica y el maestro que no comparte la ideología y la posición de su discípulo pero lo respeta y al contrario de sacrificarlo, lo invita a que defienda con argumentos sus teorías. Diferencias profundas que hay que revisar en los modelos de enseñanza.

La deshumanización académica hace parte de esos esquemas que hay que pensar, revisar, repensar y procurar corregir si no queremos ahondar la crisis de la educación, que bien profunda ahora está. La reflexión debe pasar por los aportes desde la misma escuela, la familia y la sociedad para generar espacios de discusión hasta y hacia donde debemos llevar los esquemas de formación de las actuales y futuras generaciones.

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