POR: JAIRO HERNÁN RAMÍREZ GÓMEZ 

Se terminó con júbilo el concierto de Karol G, del que nos contagiamos todos y todos los géneros presentes de corazón, seguidores y fans. Nos divirtió con su sentimiento, sus canciones, su vestuario y el colorido del escenario.

De resaltar, el amor que profesa por su tierra, su sencillez, espontaneidad y originalidad, sirven de ejemplo sublime para los demás artistas y jóvenes de nuestro país, y porque nó, del mundo.

Razón tenía su abuela, Aurita, cuando Karol G con apenas dos años, repetía con alegría: “esa niña es un tesoro escondido”.

Imposible no resaltar la labor de su madre, Martica Navarro, quien, con su amor y paciencia, es gran gestora de los triunfos de su hija y hoy se regocija en los merecidos frutos.

Por la unidad familiar que se profesa en el Oriente Antioqueño, a la que no es ajena la familia Giraldo Ramírez, el nombre de las abuelas y madres se tratan en diminutivo; a los abuelos y padres, solo cuando cruzan el umbral del sesenta y nueve (69).

No menos importante, Juan Guillermo Giraldo, gestor incansable y perseverante a través de los años, que lo tienen hoy como ejemplo humilde y certero en el amor hacia sus hijas y a un país que no puede más que agradecerle la alegría que nos acaban de brindar, sacándonos de un letargo y desconfianza en la que venimos sumidos como pueblo y que no merece profundizar en estas líneas. Gracias infinitas Papa G.

No menos, Gracias….

 A ti Karol G, por tu entrega total,  a tú familia y a tu equipo, solo  ustedes hicieron posible este regalo.

JAIRO HERNÁN RAMÍREZ GÓMEZ