Por Iván de J. Guzmán López

En la reciente Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente Iván Duque Márquez fue claro al manifestar que: “El frágil Acuerdo de Paz firmado en 2016 con el grupo terrorista FARC tiene hoy progresos significativos que permiten ver solidez en el proceso de reincorporación de aquellos que están entrando en la legalidad, como lo ha comprobado Naciones Unidas”.

Esta afirmación, sustentada en los procesos de implementación de acuerdos, puesta en marcha de cientos de programas en beneficio de las zonas afectadas por la violencia, el cumplimiento de metas pactadas y los avances significativos en materia de paz, como los que hoy muestra Colombia al mundo entero (en materia de desminado de municipios con sospecha de minas antipersonal, por ejemplo, cuya meta estaba formulada en el Plan de Desarrollo de este Gobierno, en 180 municipios, y ya está cumplida), además de las realizaciones en favor de la paz que día a día se cosechan en la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, que hoy lidera con firmeza el doctor Juan Camilo Restrepo Gómez, nos está diciendo que este Proceso, entendido en el marco de la política de Paz con Legalidad, va por buen camino.  “Hoy podemos ver el vaso de la paz, medio lleno o medio vacío -como lo dijo ante algún medio el Alto Consejero para la Paz-, pero lo cierto es que este proceso no tiene reversa”, y esta voluntad política del gobierno nos hace decir que la paz es de todos, y como tal, todos debemos aplicar lo mejor de lo que cada uno tiene, lo mejor que tiene la sociedad y lo mejor que tiene la institucionalidad y la legalidad, para lograr que este Proceso siga adelante, sea el gobierno o el gobernante que sea o el que venga.

El anterior panorama nos está diciendo que actitudes mezquinas ante el esfuerzo que hoy se hace por la paz de Colombia, desdice mucho de un ciudadano colombiano, más si ese ciudadano tiene el rótulo de expresidente y, “para acabar de ajustar” (como decía mi abuela), lleva en el pecho (o no sé dónde) un premio tan emblemático y precioso como el Premio Nobel de la Paz.

Quiero citar, puntualmente, a un expresidente de esos que no sabe si gobernó o no, porque sus comentarios en foros internacionales, más parecen de candidato destemplado en campaña, que de defensor de la ansiada paz de Colombia. Aludo, específicamente, a Juan Manuel Santos, quien se refirió a la participación del presidente Iván Duque, ante las Naciones Unidas sobre el avance del acuerdo de paz, en términos desobligantes, escaso de cordura y lamentable tino, al decir: “Me causa tristeza y me duele ver a Iván Duque, con quien no estoy de acuerdo en muchas cosas y por quien no voté, pero que es mi presidente y el de todos los colombianos, haciendo el oso en las Naciones Unidas”.

Sorprende la ligereza de criterios y la ceguera de un expresidente, haciendo el oso ante el momento que vive Colombia, clave para el proceso de paz, si nos atenemos a que pronto llegan las elecciones del año 2022, para elegir al nuevo gobernante, quien tendrá la responsabilidad de afianzar un verdadero Proceso de Paz con Legalidad, que permita poner a Colombia en la ruta de la legalidad, el internacionalismo, la productividad y el bienestar para sus gentes.

La paz es de todos, amigo Juan Manuel, poco o nada bien le queda a usted, el posar ante estrados internacionales de forma cantinflesca y despotricando de su patria y de un Proceso de Paz que, este gobierno reconoce, no tiene marcha atrás.

La paz es de todos, también suya, doctor Juan Manuel Santos.