Por: Balmore González Mira

En 1992 Estados Unidos se aprestaba a su campaña presidencial, el demócrata Bill Clinton se enfrentaba a un inderrotable candidato del partido Republicano, y a la vez presidente, George H.W. Bush que había enajenado gran parte de su base conservadora al romper su promesa de campaña de 1988 contra la recaudación de impuestos, cuando la economía se encontraba en una gran recesión; pero cabalgaba en la más alta popularidad y en su exitosa carrera de relaciones y triunfos internacionales. Bill Clinton llegó al corazón de los norteamericanos cuando leyó e interpretó con precisión la gran necesidad y preocupación de su pueblo, cual era recomponer el camino y buen sendero económico de su población y una frase se hizo popular para darle al candidato demócrata lo que necesitaba para impulsar su candidatura y definir en un voto finish la presidencia de los Estados Unidos. ¡ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO!, lo que logró el milagro hace 30 años en la nación norteamericana, para que finalmente Clinton fuera el ganador, en el entendido que el país y sus gentes necesitaban la recuperación económica.

Diez años después en Colombia, durante la campaña presidencial de 2002,  el gran colombiano y demócrata Álvaro Uribe Vélez interpretó el pensamiento y sentimiento y la necesidad del colombiano de a pie y ante un estado fallido y en manos de los terroristas de las farc y las guerrillas, apenas sí combatidas por nuestros limitados militares que poco podían hacer ante el acoso de los defensores de derechos humanos;  el pueblo lloraba la inseguridad que padecía, secuestros, pescas milagrosas, torturas, violaciones, extorsiones, desplazamientos, masacres y actos de barbarie. Uribe Vélez escuchó al pueblo colombiano y pareciera que aún retumba en nuestros oídos como  que nos dijera la necesidad por la cual Colombia entera lo acompañó:   ¡ES LA SEGURIDAD, ESTÚPIDO! Y Uribe elegido llegó el rescate de la seguridad y avanzamos y avanzamos y avanzamos, en la confianza inversionista, en la cohesión social y en el diálogo popular. Luego fuimos engañados por quién fue ungido como el continuador de la política de la seguridad democrática y llegó la horrible noche con el traidor que entrega gran parte  del estado a la insurgencia en un fracasado y no aprobado por el pueblo,  mal llamado proceso de paz.
Se recupera en 2018 parte de la democracia en Colombia,  sin más entregas de las instituciones del Estado a los delincuentes, y para que entendiéramos el riesgo de hace cuatro años, la interpretación perfecta de lo que estábamos por perder: ¡ES LA DEMOCRACIA, ESTÚPIDO!;  y  hoy estamos en lo que estamos, adportas de una elección Presidencial trascendental para la historia del país y fundamental para el futuro de las próximas generaciones, y existe un ruido grande en nuestros oídos que nos dice que lo que está  en juego en esta oportunidad  en  Colombia, entre una posibilidad de mantener la democracia y otra de enterrar el futuro del país:   ¡ES LA LIBERTAD, ESTÚPIDO!

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