Muy fácilmente se confunde entre un empresario y un negociante. En apariencia son tan similares como una joya de oro y otra de fantasía, pero al igual que éstas en su valor y duración guardan diferencias irreconciliables.
POR: LUIS FERNANDO PEREZ ROJAS
El negociante, aunque en ocasiones arriesga lo suyo, es oportunista; su misión principal es servirse a sí mismo a través de los demás, especula y vive tras la ganancia rápida y fácil, se protege en el proteccionismo, en la corrupción o en un mercado monopólico. A los primeros ventarrones huye para buscar un sitio más cómodo, pero igual de fácil y seguro. Para el negociante los principios son cosas pasadas de moda, es más, nunca existieron.
En cambio, el empresario sabe resistir, y la tenacidad es su característica inseparable. Para ser empresario se requiere tener vocación, ese llamado tan especial para transformar la realidad en que se encuentra y hacerla mejor. A un empresario lo mueve el riesgo, la creatividad y el entusiasmo, ve riqueza donde la mayoría no ve nada. Pero esa riqueza no se limita a lo material, entiende que su quehacer rebasa lo económico.
Como ser humano integral, está consciente de que su papel también es importante en lo educativo, lo político y lo social, así como el reforzamiento de sus organismos intermedios.
Para ser empresario se requiere casta y valor, porque es más fácil ser empleado y tener un ingreso seguro. La crisis no perdona errores, a diferencia de las épocas de bonanza, es relativamente fácil jugar a ser empresario y tener éxito. Se calcula que entre 2020 y 2021 de cada diez nuevos negocios sólo sobrevivieron tres. Sin duda alguna estos difíciles años de pandemia han depurado el mercado, ampliando la brecha entre empresario y negociante.
La fe y el optimismo son requisitos indispensables para ser un verdadero empresario, porque frecuentemente ante los obstáculos se sienten ganas de tirar la toalla y echarse a correr, pero es ahí donde se sacan las fuerzas, que sólo pueden dar los principios y el ideal de ser útiles a la sociedad.
Hoy Colombia requiere más y mejores empresarios que estén convencidos de que, a pesar de las trabas internas, a pesar de la apertura comercial, a pesar de la economía informal, a pesar de las dificultades que atraviesa el país, en fin, a pesar de todo, hay que seguir adelante provocando las oportunidades y los caminos alternos.
Ser empresario de tiempo completo, con gran capacidad de cambio y adaptación, congruentes con los principios de Calidad y Excelencia, sintiéndose orgullosos y privilegiados de generar riqueza material y humana, es el desafío de hoy. La primavera también ha llegado a nuestro país. Es el momento de abonar la tierra, sembrar en ella las semillas de Excelencia, regarlas y hacerlas crecer con fortaleza. No importa si son las menos, porque el verano ya está próximo y será en este siglo XXI que recogeremos frutos tan abundantes y valiosos que harán que los otros se pierdan en la nada. Las ideas tienen consecuencias.
La magnitud de la pobreza en nuestro país ha llegado a niveles extremos porque en la actualidad perjudica a 48 millones de colombianos, quienes no satisfacen sus necesidades básicas esenciales. Tan sólo en los últimos diez años 15.7 millones de personas pasaron a formar parte de esta dramática situación, 80 de cada 1000 niños nacidos fallece en el primer año de vida, el 16% de los niños colombianos están por debajo del peso que corresponde a su edad.
Entre las causas de dicha pobreza señala ingresos bajos, variaciones climáticas en la producción de alimentos, desempleo y otras más.
Colombia también presenta 2.5 millones de niños abandonados 1.5 millones de indígenas deambulando por las ciudades y provincias de Colombia; Colombia también es de muy alta cantidad de marginados, sin futuro ni posibilidades; ese lugar donde de cada 10 niños 5 no terminan la primaria y 3 de cada 200 llega a cursar estudios profesionales, y eso nos debe ofender profundamente por todos aquellos seres que no tuvieron la opción de descubrir sus potencialidades, y nos debe mover a la acción para abatir esta pobreza infrahumana, para erradicar la injusticia que explota al desamparado.
La única forma de combatir la miseria y la marginación es creando riqueza. Seamos como el viento que tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros, pues aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, asegura el propio.
LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS Medellín, agosto 19 de 2023
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