Por: IVÁN  ECHEVERRI  VALENCIA

Nada es más fundamental que conocer la verdad. Sin embargo en esta época tan movida por no decir convulsionada, es difícil encontrar la noción de una verdad absoluta tanto en lo que se piensa como en lo que se realiza, porque se ha impuesto por diversos intereses y vertientes; hoy la duda y la desconfianza parece ser un común denominador.

El concepto de verdad ha sido el tema favorito de los filósofos, teólogos, científicos, y de los teóricos del conocimiento, en las diversas etapas de la historia.  

Si observamos las culturas más sobresalientes y de mayor influencia en el hemisferio occidental, para los griegos la verdad-Alétheia significa: sacar algo a la luz, permitir que se vea, descubrir lo oculto, develar lo que son las cosas. El latín, utiliza el término veritas que hace alusión a la “exactitud y el rigor en el decir”. En  hebreo la verdad es considerada en el sentido de confianza, que se cumpla lo que  se espera.

 El origen del concepto verdad, entonces, se fundamenta en tres sentidos: en descubrir, en la exactitud y en la confianza.

Jesucristo nos enseñó que la verdad existía y también que él era la verdad, cuando dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. Acerca de las mentiras, dijo que Satanás era el padre de ellas. 

Nuestro país, que se encuentra dividido a causa de unos pocos, que solo creen que la verdad es lo que ellos piensan y dicen y otros tantos que se dedican exclusivamente a retumbar, a retorcer la verdad y a repetir mentiras hasta que estas se hagan verdad.

Hoy navegamos en un mar de dudas en el que se nos hace difícil encontrar el camino de la verdad, el de poder vivir en paz y el de contar con una verdadera igualdad y equidad. Estamos inmiscuidos desde hace buen rato en un berenjenal de nunca acabar; en un juego de ataques y contra-ataques, de verdades a medias y sometidos a un sartal de mentiras que solo busca aminorar aún más la credibilidad y confianza hacía nuestras instituciones y hacia  algunos actores políticos y económicos de la vida nacional.

Nuestra dirigencia revestida de toda desfachatez  continúa sembrando cizaña entre el pueblo  de manera irresponsable sin medir las consecuencias irreversibles que esta pueda traer en contra de una sana convivencia.

No hay día que los medios periodísticos no estén resonando desde las primeras horas de la mañana y  reproduciendo por varios días, opiniones sesgadas, denuncias sobre actos de corrupción o azuzando a contradictores políticos para que se despachen mutuamente en diatribas muchas veces injuriosas; permitiendo así un vergonzoso espectáculo, que no le hace ningún bien a la democracia sino que, por lo demás, crea incertidumbre y de desconsuelo entre los desprevenidos oyentes y televidentes.    

A los ex guerrilleros de la Farc, acostumbraron al pueblo colombiano a sus horrores, errores y mentiras y, ahora cuando pretenden decir la verdad, poco se les cree, es el caso de la confesión sobre la autoría del vil asesinato del connotado político Álvaro Gómez Hurtado, después de 25 años de tan abominable crimen.

A las Farc les está ocurriendo lo mismo de la fábula del pastorcito mentiroso que para entretenerse gritaba pidiendo socorro que había un lobo que quería devorar sus ovejas y cuando acudían los campesinos en su ayuda, solo estaba el pastor riéndose y así ocurrió en diversas oportunidades y llegó el día que efectivamente apareció el lobo a devorar su rebaño y a pesar de los gritos de auxilio nadie le prestó ayuda. Moraleja: Nunca digas mentiras si quieres que luego las personas te crean. Di siempre la verdad y las personas acudirán en tu ayuda cada vez que lo necesites.

A los inolvidables ex gobernadores Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri, cuando participaban en una jornada de la No Violencia por el occidente antioqueño, fueron secuestrados y posteriormente asesinados en compañía de ocho militares por parte de la guerrilla.

El día 7 de octubre de manera unilateral un ex comandante  de la extinta Farc, Pastor Alape, en la Asamblea Departamental, pidió perdón por tan grave error y por el dolor causado, hecho que pasó inadvertido, por la poca credibilidad y escepticismo que estos personajes  generan. Según Irene, vocera de la familia Gaviria “las afirmaciones de Alape no solo son mentirosas, sino que realmente generan mucho escepticismo frente a una solicitud de perdón”. 

Hoy más que nunca nuestra nación está ávida de verdades  y de procederes  coherentes  y honestos por parte de toda su  dirigencia y clase política que solo se empeñan en  prometer, en pensar y hacer en su propio provecho, dejando a un lado el interés general.

Vale recordar la frase de Gandhi y que cabe como anillo al dedo a todos nuestros políticos que utilizan como arma  de combate la mentira: “Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar con la mentira”.

Los colombianos estamos mamados de tantas mentiras y tantas deshonestidades, queremos verdades; recuerdo la frase de Abraham Lincoln, cuando decía: … podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos.

Vuelvo al filósofo griego: hay  que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad.