Por: Humberto Diez V.

Un analfabeta tiene mutilados todos su derechos. Así como  la escuela es la puerta de entrada a la patria, la alfabetización es una puerta de entrada a todos los derechos.

Por eso un analfabeta expresa la incapacidad de los gobernantes y de la sociedad para tratarlo como actor de su propio destino.  La anterior Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, lo declara con contundencia: “El futuro empieza con el alfabeto”. Cada analfabeta antioqueño es una derrota ética de la ciudadanía y de su dirigencia.

El gobierno de Antioquia ha sido felicitado por la UNESCO por su logro histórico, al quedar técnicamente libre de analfabetismo, según los parámetros de este organismo. Al comienzo de la administración de Luis Pérez, la tasa de analfabetismo era de 5.2. Se propuso el gobernante erradicar esta tragedia, para lo cual debía bajarla al 3.8 y  logró superar la meta, llevándola hasta un 3.6 según la encuesta de calidad de vida. Con ello ha logrado cumplir con otro de sus proyectos detonantes.

Hacer las cosas importantes con métodos innovadores, hacer alfabetización con métodos de equidad, fue un logro estratégico agregado. El gobernador dispuso que un ejército de mujeres alfabetizadoras fuera el gestor de este logro. Y lo hizo: el 80% de esta operación, fue comandado por mujeres y un resultado feliz consistió en que, al contrario de lo que sucede en el mundo y pasaba en Antioquia, se logró derrotar la otra desigualdad, consistente en que hay más mujeres analfabetas que hombres. Hoy, por el contrario, la cifra de mujeres que leen y escriben Antioquia, supera de manera inédita, a la de los hombres.

Cuando un preso empieza a leer y escribir, es mucho más libre. Cuando un ser encarcelado recibe la unción de las letras, se rompen las cadenas más fuertes que lo atan al pasado. Este ejército libertario llegó también a los centros penitenciarios de Ciudad Bolívar, La Ceja, Yarumal, Santa Rosa de Osos y Puerto Triunfo;  pero será mucho mejor, si Antioquia lo sigue haciendo, como política de dignificación y de inclusión.

En la antigüedad un analfabeta era quien no sabía encender el fuego o, incluso, quien no sabía aprovechar sus propiedades para la supervivencia y la comunicación. Hoy un analfabeta es quien no sabe leer, escribir ni calcular, pero además quien no sabe hacer uso de una dirección electrónica URL o HTTP para comunicarse. El analfabetismo limita el crecimiento de las personas y afecta su entorno familiar, restringe el acceso a los beneficios del desarrollo y obstaculiza el goce de otros derechos humanos. Saber leer y escribir es un logro que debe ser utilizado para la obtención de otros logros.

Una gran lección llena de frutos nos deja este gobierno que termina: es posible alfabetizar, superar las cifras de la vergüenza; mientras hacemos equidad de género, inclusión social y devolvemos la fe de los antioqueños en sus gobernantes.

Dignificar a las personas es dignificar la política.