IVÁN  ECHEVERRI  VALENCIA

Nos encontramos  a escasos dos meses de una nueva elección, a las cual podremos acudir más de 38 millones de ciudadanos aptos para escoger un nuevo Presidente de la República; quien regirá los destinos de la nación por 4 años, simbolizando la unidad nacional , y garantizando las libertades y los derechos  de todos los colombianos.

El escepticismo, el miedo y la mentira se han convertido en una fijación y tema central en las últimas campañas políticas; exaltando las pasiones y exacerbando los ánimos entre los ciudadanos del común y en el seno de las familias e inclusive poniendo en peligro su unidad.

Es tal la manipulación de la clase política, de los medios de comunicación y de ciertos grupos de interés que  han y vienen afectando mentalmente a las gentes con información, ideas falsas y absurdas que los tiene de manera grave desvariando  sobre lo que será el futuro y la suerte de la patria.

Están en la carrera por la presidencia los repitentes Sergio Fajardo, Gustavo Petro e Ingrid  Betancourt y los que incursionan por vez primera como: Rodolfo Hernández, Enrique Gómez M, Federico Gutiérrez, John Milton Rodríguez y Luis Pérez G.

Competencia que se viene desarrollando con muchas dificultades, de manera desigual y con falta de garantías para algunos participantes que no son afines a los conglomerados económicos ni al actual gobierno; por lo que no cuentan con ningún apoyo ni con la maquinaria del Estado ni mucho menos con la mermelada que reparte a diestra y siniestra el gobierno actual.

Es tal la polarización que dificulta el poder opinar de manera crítica, sin ambages, con carácter e independencia de las actuales coyunturas y de los problemas sociales que se está cocinando a la vista de todo el mundo por la desidia y el abandono por parte del Estado, de la clase política y sus dirigentes. Un sentir sobre la vergonzante realidad, produce urticaria y descalificaciones, por parte de algunos sectores que desconocen el entorno y si lo conocen es desde las barreras en Miami, en sus fincas y casas de lujo, sin que les importe un comino el desbarajuste, porque creen que las esquirlas de esta bomba social no los va a tocar.

Hoy nuestro país vive una época de ebullición por cuenta de la inequidad, la violencia, la inseguridad, el hambre, el desempleo, la falta de educación, por el perverso servicio de salud, por el despojo de tierras, el desplazamiento y la falta de oportunidades para salir adelante. Millones de colombianos durante más de 50 años han sido ignorados y se le ha negado una reivindicación social cierta y estable que les permita mejorar su estatus de vida.

A veces los debates con los candidatos dan risa y en otras ocasiones rabia y hasta pesar por sobreactuados, por su ignorancia, por la pobreza intelectual, lo que nos demuestra  que sus propuestas son una fiel copia de debates que datan de 10 o 20 años de otros candidatos. Me reafirmo que sus intervenciones deshilvanadas producen desazón por su desubicación con la realidad nacional y, sus propuestas son carentes de seriedad y de rigurosidad académica, es decir, son todo un sancocho a punto de vinagrarse.

Afirma Irene Vallejo en su artículo titulado Traficantes de aplauso” escenificar el éxito ayuda a triunfar. Tener público aunque ficticio, genera publicidad. Así nacen las encuestas truncadas, la demoscopia fantasiosa y las campañas dopadas…”   

Los colombianos, hoy en día, somos más consciente de nuestra realidad y del abuso de poder de sus gobernantes que solo piensan en sus intereses y la de sus socios lo que conllevó el año pasado a una movilización social que tuvo en jaque al país durante varios meses y que aún está expectante a lo que ocurra en los próximos meses. No debemos olvidar que los colombianos nos hallamos en estado de indigencia y para salir del problema debemos primero derrotar el odio y el miedo sufragando en conciencia y con toda la libertad.