POR: MARÍA PÉREZ VALLEJO

Comenzaré hablando muy brevemente de la parte literaria y luego, de mi opinión respecto a la historia en sí.

Es un espectáculo de obra. Una tragedia con todas las de la ley. Compuesta por 5 actos principales, con una mezcla de verso y prosa, que permite destacar las emociones. Los diálogos en soneto entre Romeo y Julieta… no hay mucho qué agregar, sólo repito: todo un espectáculo.

Una historia que se desarrolla en Verona, Italia, y que logra mostrar en muy pocas páginas la cultura del momento, el machismo, el amor enfermizo, la idealización del “amor verdadero”, el amor genuino, los odios sin sentido -e, indirectamente, el fanatismo absurdo-, la desesperación.

Una historia que el voz a voz nos ha hecho creer que trata del amor verdadero o cualquier vaina similar, cuando, en realidad, es una verdadera tragedia que tarda 4 días, donde se vive un amor patológico desde cualquier punto de vista, y cobra, por lo menos, 5 vidas sin razón de ser.

Una historia que me recuerda lo afortunada que soy por haber nacido en un siglo donde, después de la lucha incansable de miles de mujeres empoderadas, pude decidir si casarme o no y con quién, cuándo y cómo hacerlo. Donde pude decidir no tener hijos y desligar mi feminidad y el “ser mujer” de la absurda idea de la maternidad. Donde pude elegir mi profesión y ejercerla libremente. Simplemente eso: donde YO elijo por mí.

Les recomiendo este clásico porque 1) es una obra impecable, 2) es bien importante ver entender que la vida y la felicidad propias NO dependen de la pareja (la pareja potencia lo bueno -o esa es la idea-, pero no es un elemento indispensable en la fórmula), 3) creo que casi todas (bueno, todas) las guerras nacen de odios sin sentido y sin fundamento que cobran vidas inocentes, 4) es bueno recordar de dónde venimos para tener un panorama más claro de hacia dónde queremos ir como individuos y como sociedad, y 5) es breve, amena y se lee en una tarde.