La cumbia, puerta al ritmo y color del caribe colombiano

Laia Mataix Gómez

San Jacinto (Colombia), 21 mar (EFE).- La cumbia, puerta al ritmo y color del caribe colombiano, es la herencia viva de uno de los géneros más representativos de su folclore que ahora cuenta con una ruta para dar a conocer esta música y su baile al mundo.

La Ruta de la Cumbia y las Músicas del Caribe, recién inaugurada por el Ministerio de Cultura de Colombia, es un homenaje a este género musical que agrupa en sus sonidos a siete departamentos para poner en valor los ritmos de esta región con los tambores y gaitas que los caracterizan.

La iniciativa recorre 1.300 kilómetros del caribe en un total de 23 municipios que comparten una tradición sonora común derivada de sonidos indígenas y afrodescendientes.

“Este proyecto significa mucho para nosotros porque es la raíz y la esencia de la cumbia colombiana que nos enorgullece, que llevamos al mundo. Estamos dejando a los niños está hermosa tradición que nos dejaron nuestros abuelos”, explica a Efe Gabriel Torregrosa, director de los Gaiteros de San Jacinto, uno de los principales grupos exponentes de este género musical.

Si bien la cumbia está presente en diferentes países latinoamericanos, en Colombia tiene un sonido particular, además de un baile característico, que se deriva de los instrumentos con los que se toca y se vive.

Tradicionalmente la cumbia se baila en parejas en sitios abiertos, girando alrededor del grupo de músicos al tiempo que los bailarines rotan sobre si mismos.

CULTURA VIVA

La cumbia es “mágica, te enamora, te hace volver a las raíces, volver al pueblo, conocer toda nuestra cultura, las montañas, cómo viven los pueblos”, relata Torregrosa, ahora al frente de un grupo que nació en 1954 y que “aunque han muerto todos sus pioneros”, sigue “con la tradición y la herencia”.

Además de tener la responsabilidad de seguir con el legado de la cumbia, los gaiteros quieren “que las nuevas generaciones también lo hagan”, que se empapen de la cumbia para continuar con esta herencia viva.

Es el caso de Sofía Landero, que con 9 años ya se sube a los escenarios para tocar el acordeón y deleitar al público con los pasos de la cumbia.

Sofía cuenta que “aprendió ella sola a bailar cumbia”, aunque es algo familiar, también sus hermanos están imbuidos de este género caribeño.

Es una cosa familiar, explica a Efe Rober Landero, director de la Fundación Andrés Landero y del Festival Internacional de la Cumbia, y también padre de Sofía.

“Corre por nuestras venas, lo heredamos del maestro Landero, el Rey de la cumbia, y ahora enseñamos a los herederos, responsables de seguir con nuestro legado para preservarlo”, ya que “la cumbia es magia, es lo más hermoso que nos pudo traer Dios”.

TRADICIÓN MUSICAL

“Preservar el legado y luchar por un género que nos identifica”, asevera Torregrosa sobre el enfoque de sus esfuerzos.

La cumbia es un exponente de “cómo come la gente, cómo vive”, además la gaita, el instrumento por excelencia de la cumbia, es “indígena, hecha de un cactus, con cabeza de cera, con una pluma de pato y le saca toda la tradición que nos acompaña siempre”.

“Queremos seguir con esto y sin mezclarla con ningún instrumento para seguir la tradición”, explica.

Además, la cumbia es algo que acompaña a quienes la viven durante toda su vida, como a Juana Mendoza, que lleva 70 años bailando por herencia de su padre, o Pedro García, que va a cumplir 88 años y sigue moviéndose al ritmo de la gaita y el acordeón.

Ambos oriundos de San Jacinto, aseguran que se trata de una “vieja ascendencia familiar” que piensan continuar mientras vivan.

La Ruta de la Cumbia tiene ante sí, por tanto, una tarea tan importante como valiosa: seguir impulsando y apoyando el género que desde hace siglos marca el ritmo en el Caribe de Colombia para que la herencia y el legado permanezcan vivos. EFE

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