Por: IVÁN ECHEVERRI VALENCIA

Las ceremonias de posesión se iniciaron desde los últimos días del año viejo y se prolongaron como es lo habitual dentro los dos primeros días del año 2020. De acuerdo con los sentimientos y gustos de los electos y dependiendo del simbolismo que querían significar lo hicieron en iglesias,  colegios, universidades, coliseos, canchas de fútbol, malecones, parques y vías de su jurisdicción, demeritando con estas nuevas costumbres la solemnidad que estos actos tenían en otrora cuando se realizaban en recintos naturales de las asambleas departamentales, concejos municipales, despachos judiciales y notariales.

Los discursos casi todos coincidieron en luchar contra la corrupción, la pobreza y el desempleo; manifestaron combatir la criminalidad y la inseguridad; ampliar la educación superior, mejorar los servicios de salud y también la infraestructura, es decir, se desbordaron en buenas intenciones para hacer de sus territorios unos oasis de paz y de progreso.

Pero lo que no escuchamos ni tampoco leímos era la manera como cumplirían con su programa de gobierno, ni la forma como financiarían sus ambiciosos planes de desarrollo. Vital poderlos saber, porque los recursos de los entes territoriales y locales son pírricos y se agrava por su improductividad para generarlos, lo que  obliga a sus mandatarios a gestionar y a echarle mano a la ponchera y recorrer como un buen pidientero todos los despachos nacionales, sin olvidar, que antes deben  prepararse en el famoso curso de genuflexión y en el besa manos a los que nos tienen tan acostumbrados la burocracia centralista.

Si le pasamos una ojeada rápida a lo acontecido en la posesión del gobernador Aníbal Gaviria, se centró  en buscar la unidad y solidaridad de todos los antioqueños y a eliminar la polarización que vive la sociedad en los últimos años; continuará con el desarrollo del campo; fortalecerá las plazas de mercado; la conectividad física  y digital de los municipios y corregimientos; protegerá los derechos de los niños y trabajará por la consolidación de la paz.

Dedicó varios apartes de su alocución al entrante alcalde de Medellín Daniel Quintero, expresándole su admiración, respeto y coligiendo que pueden ser grandes aliados en el trabajo por las comunidades.

Fue un gran discurso, donde le hizo un homenaje de corazón a su bella madre doña Adela Correa y  también nos recordó a un gran señor y líder, su hermano el ex gobernador Guillermo Gaviria C, asesinado en cautiverio por las Farc.

Me llamó la atención que en su intervención no hiciera alusión a  su antecesor, para agradecerle a nombre del pueblo antioqueño su gestión; la manera imparcial y transparente como se dieron las elecciones y  a la entrega profesional,  generosa y cordial de la gobernación.

En cuanto a la intervención de Daniel Quintero, se refirió que Medellín quedaba en manos de quienes lo construyen; reconoció que el reto que tiene es grande ya  que debe sortear una crisis seria y compleja en materia de seguridad, de convivencia y de desigualdad, confía que entre todos puede sortearla; buscará en asocio con el gobernador Gaviria, resolver los problemas sociales, económicos y de hidroituango; prometió construir la universidad y el hospital del norte, el tren de cercanías y el tranvía de la carrera ochenta; terminará todas las obras iniciadas en otras administraciones; buscará de que ningún joven se quede sin educación superior; evitará que Medellín siga creciendo hacía las laderas y periferia; hará en la ciudad el valle del software y persevera para que la sede del nuevo ministerio de las tecnologías resida en nuestra ciudad. A diferencia del gobernador, agradeció al alcalde el proceso ordenado y tranquilo de empalme.

Sobre los gabinetes tanto departamental y municipal se destaca la gran participación de las mujeres, de personas jóvenes y bien preparadas, haciendo falta el toque de experiencia que irradia sabiduría en las complejas lides  del sector público.

A los nuevos mandatarios no nos resta sino desearle el mayor de los éxitos, si a ellos les va bien a nosotros nos irá mejor.