Por Iván de J. Guzmán López

Luz Ángela García Pajón, mi bella y recordada maestra de segundo año de primaria (porque las personas y las cosas que están en el corazón, no tienen olvido), había llevado un mapa de Colombia a su deliciosa clase. Entonces empezó a desplegar sus finos dedos por esa superficie corrugada que representaba a nuestras cordilleras, extendiéndolas luego hasta un espacio azul oscuro, matizado por brochazos blancuzcos. El espacio azul eran nuestros mares; los brochazos blancuzcos hacían referencia a las corrientes marinas. Luego empezó a moverse por las líneas de frontera, nombrando a nuestros vecinos. Sus nombres poco o nada decían a nuestros corazones, pero el sentido de patria empezaba a crecer con fuerza en ellos. Pero no nos contó que esa patria, que ahora con empeño nos invitaba a amar, ya era una patria mutilada; no quiso decirnos, tal vez para no inquietar nuestros corazones de párvulos, todavía ajenos al dolor, que Colombia ya era una nación desmembrada, y que en buena parte, ello se debía a la incapacidad de una clase política, dura con sus compatriotas pero históricamente genuflexa ante los intereses extranjeros.

No nos contó que en 1833, el señor Santos Michelena, a la sazón embajador de Venezuela en Colombia (de quien nuestro canciller Lino de Pombo dijo que le parecía “una persona muy seria”), trazó a su amaño los límites entre las dos naciones (la historia dice que jamás visitaron las zonas), quitándonos un 50% de los llanos Orientales y partiendo a la Guajira  en dos, arrebatándonos así el litoral sobre el hoy llamado Golfo de Venezuela. El despojo del territorio trajo consigo la pérdida de la plataforma submarina y el mar territorial.

Tampoco nos dijo que en 1907, luego de continuas agresiones e invasiones del Brasil, el señor Alfredo Vásquez Cobo firmó el tratado del 24 de abril, otorgando así a los brasileños todos los territorios arrebatados con anterioridad a Colombia. Ni que en 1916, el tratado con Ecuador permitió igual cosa que con Brasil; y que en 1924, Colombia y Panamá firmaron un tratado de límites que protocolizaba y legalizaba la pérdida de Panamá, promovida por los Estados Unidos, nuestro siempre “mejor amigo”. O que en 1932, Perú invadió por tercera vez territorio patrio, no contento con el tratado de 1922, que legalizaba la pérdida de parte de nuestro suelo. No nos dijo mi bella maestra, que en 1952 Colombia entregó cándidamente a Venezuela los 5 islotes de Los Monjes. Para entonces, el canciller Juan Uribe Holguín, dejando a un lado el concepto de expertos colombianos, envió una nota diplomática a Venezuela, que decía: “El gobierno de Colombia declara que no objeta la soberanía de los Estados Unidos de Venezuela sobre el archipiélago de Los Monjes y que, en consecuencia, no se opone ni tiene reclamación alguna que formular al ejercicio de la misma o a cualquier acto de dominio por parte de este país sobre el archipiélago en referencia”.

Seguramente mi maestra olvidó, y nuestros políticos y nuestras gentes olvidan, otros vergonzosos episodios. Tal vez la historia oficial misma, tan atrofiada, tan amiga de manteles y de satrapías, contribuye eficazmente a ello.

Hace poco, la débil diplomacia nicaragüense, con un gobierno tiránico a la cabeza, nos había arrebatado buena parte del mar del archipiélago de San Andrés… y fue por más, ante La Corte de La Haya. Y es que esta no era la primera vez que Nicaragua demandaba a Colombia. De hecho, era la tercera, en busca de la soberanía de la Plataforma Continental extendida. Afortunadamente, el viernes 14 de julio de 2023, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el principal órgano judicial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), emitió su sentencia sobre la delimitación de la Plataforma Continental entre Nicaragua y Colombia.

La mordida más reciente, que pretendía Nicaragua, no fue posible: “La solicitud de la tercera petición de Nicaragua no se sostiene en este caso. Por eso, la Corte rechaza las pretensiones de esta República”, afirmó la juez, mientras recalcó que “Nicaragua no tiene derecho a una plataforma extendida y dicha solicitud no puede sostenerse”.  Gracias a Dios y a nuestro equipo jurídico, encabezado por el doctor Eduardo Valencia-Ospina, logró que por 13 votos a 4, la Corte negara la solicitud hechapara declarar que los límites marítimos entre la República de Nicaragua y la República de Colombia en las áreas de las partes continentales que, según Nicaragua, le pertenecían a ellos más allá de los límites determinados por la Corte en su sentencia de 2012, fuera rechazada.

Esta vez, Colombia no mostró, como en ocasiones anteriores, debilidad de carácter, y demostró que verdaderamente somos el “país de leyes” que pregonamos ser; y nuestra clase política, en especial el gobierno anterior con Iván Duque Márquez a la cabeza, no permitió otra mordida tan terrible a nuestra querida nación.

Puntada final: gran tristeza nos dejó monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, primer obispo de El Retiro. El fallecimiento de mi querido y carismático compañero del Consejo Departamental de Paz de Antioquia, se produjo esta semana, justo cuando se disponía a participar de una eucaristía en acción de gracias por sus 30 años de vida sacerdotal.

Por otra parte, a los liborinos nos acompaña alegría y satisfacción por la figuración internacional de artistas con ancestro en nuestra tierra, como  Juan Pablo Urrego, quien representó con éxito el papel de Héctor Abad Faciolince, hijo del recordado amigo Héctor Abad Gómez,  en la película El olvido que seremos,  dirigida por el español Fernando Rodríguez Trueba. Es una cinta con cinco Premios Platino en 2021, entre ellos los galardones a mejor película y mejor director. También obtuvo tres Premios Macondo 2021, entregados por la Academia Colombiana de artes y Ciencias cinematográficas, incluido el de mejor actriz.

Por otro lado, está la famosa y bella  actriz colombiana Laura Londoño, reconocida por su papel protagónico en la novela Café con aroma de mujer y su participación en El Cartel de los Sapos: el origen, y otras producciones como La ley del corazón y Manes, que ahora nos sorprende al anunciar que se unirá al popular programa de cocina ‘MasterChef Celebrity España’.

¡Bien por mis paisanos Juan Pablo y Laura!

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