Por: Balmore González Mira

Revisando con suma preocupación la calamitosa situación que la mayoría de los municipios de Antioquia y del país presentan hoy con relación a la gestión de sus residuos, preocupa aún más que no se avistan proyectos integrales a corto o inmediato plazo para afrontar las contingencias que podrían haber en unos dos o tres años cuando los rellenos sanitarios de varios municipios cumplan con su vida útil.

Pradera ha sido la alternativa de disposición de muchos de los municipios del departamento que no han solucionado su problema de basuras y que simplemente se dedican a recoger las que producen y a trasladarlas hasta este sitio que recibe alrededor de 3.300 toneladas día, de unas localidades donde hay poca conciencia de aprovechar orgánicos y ordinarios en su lugar de origen. El aprovechamiento de los residuos no es óptimo y los porcentajes siguen siendo muy bajos en el departamento y lo que es peor, es que en muchas comunidades no se ha implementado siquiera el esquema de separación en la fuente ni las rutas selectivas. Solo un 16.5 de los residuos generados se aprovechan, cuando perfectamente la cifra podría ser del 70 y hasta del 80% de aprovechamiento de los mismos, los cuales literalmente van a la basura, enterrando recursos y posibilidades, dónde hay tanta hambre y desempleo. Falta  conciencia ciudadana y educación ambiental.

Las alarmas están encendidas y de conformidad con lo expresado por la Directora de Corantioquia, la ingeniera ambiental Ana Ligia Mora Martínez, de una manera muy responsable pero invitando a esta reflexión, los ciudadanos se han olvidado de las obligaciones que tienen en este sentido,

“El compromiso con el cuidado del ambiente debe cumplirse desde la corresponsabilidad, Corantioquia trabaja con el corazón por la gestión de los residuos sólidos que a su vez beneficia a las comunidades”.  Pero este no es solo un asunto institucional o meramente oficial, como para pretender que el problema es de los municipios y las corporaciones ambientales exclusivamente. La ordenanza que se tramitó en el 2016 en la asamblea de Antioquia, denominada “Basura Cero”, dio herramientas que no se están utilizando para sacar adelante al departamento en esta materia; es oportuno entonces que todos los candidatos a Alcaldías y Gobernación de Antioquia tengan este tema como  prioritario en la agenda y en la construcción de sus programas de gobierno para que luego sea plasmado en los planes de desarrollo y se cree una verdadera política pública que nos saque de este atolladero en que nos tienen los residuos, para que los dejemos de ver simplemente como unas engorrosas basuras y con ellos empecemos a producir empleo, recursos y ganancias hacia el planeta.

En el año 2001 había un proyecto de construcción del relleno sanitario de Tafetanes en el municipio de Sopetrán,  seguramente muy necesario y útil, pero inconveniente para el momento y el lugar, toda vez que estábamos próximos a aperturar el llamado túnel de occidente y el turismo se nos venía con todo en la región. Este proyecto se abortó como resultado de una consulta popular que se llevó a cabo en la municipalidad y que votó copiosamente por el no a su construcción. En este caso sí se respetó el resultado y la voluntad mayoritaria del pueblo.  Luego se construyeron y aperturaron los rellenos sanitarios de La Pradera y El Guacal, este último clausurado y aquel hoy, al servicio útil de muchos municipios del departamento.

Frente a la preocupante situación que nos planteaba el inicio del siglo XXI con el manejo de los cada día más abundantes residuos sólidos, teníamos la obligación de plantear soluciones igualmente  grandes al problema. En el 2010 en el municipio de Frontino nos dimos a la tarea de darle una solución integral como lo planteaban los Planes de Gestión Integral de los Residuos Sólidos, Pgirs. Comenzamos por educar en la separación y entregamos recipientes para diferenciar en el hogar los ordinarios de los orgánicos, establecimos las rutas, fortalecimos con todo el sentido gerencial a la empresa prestadora de servicios públicos domiciliarios, actualizamos su estructura tarifaria, le generamos músculo financiero, adquirimos un vehículo recolector cero kms; comenzamos a producir bioabono o abono orgánico y los agricultores nos creyeron y le jugaron a esa apuesta. Hoy 13 años después con algunos altibajos ahí está el Parque Ambiental la Esperanza de Frontino y a pesar de que ha tenido temporadas de deficiencias operativas, aún conserva intacta la posibilidad de una vida útil de 30 años más.

El departamento requiere con suma urgencia, por regiones, construir Parques ambientales eficientes, pasar del dicho al hecho en la economía circular, determinando con toda claridad que el aprovechamiento hará que seamos sostenibles y que podamos convivir con la pesada carga de residuos que diariamente producimos.

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“POR LA GRANDEZA DE NUESTROS MUNICIPIOS Y LA DIGNIDAD ANTIOQUEÑA, ES EL MOMENTO DE VOLVER A PENSAR EN GRANDE”