INVERTIR EN DIGNIDAD

Tenemos que recuperar el latido de la vida; el latido de la calle; el latido de la noche; la vitalidad del espacio público como el único lugar donde todos somos iguales; y el valor de la vida como don inviolable. Tenemos que salir del pensamiento enfermizo de convivir con la incultura de la violencia o con la incultura de la agresión permanente contra el otro. Tan odiosa es la agresión física como la digital que es la moda para destruir con impunidad.