Por: Balmore González Mira

Dice mi sabia Madre en otro de sus oportunos consejos: “Cuida al amigo para cuando sea tu enemigo, y cuida al enemigo para cuando sea tu amigo“.

Poco creemos hoy en la amistad real, la ideal, la que no traiciona, la que se fecundó otrora en la confianza mutua, en la solidaridad y hasta en la sana complicidad. La afincada en la lealtad y la gratitud como soportes de su existencia.

La amistad según la definición encontrada en los diccionarios es la “Relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre personas que no son familia“.

 La verdadera amistad no admite traición, aunque algunos dicen que se traiciona realmente a los amigos, porque a quien no es amigo no se le puede traicionar.

Por ello hago la diferencia, mía, propia,  personal, de que una cosa es amar y otra muy diferente es ser amigo. El amor se siente, es real, es permanente, y por ello también es evidente que se pasa del amor al odio en un solo instante. La amistad es más intangible, la sientes por momentos, cuando se confunde con la solidaridad, cuando te aprovechas de esa amistad para algún beneficio, ahí no hay amistad, hay solidaridad o algo diferente. Dirán algunos que la amistad sí existe, como podrán asegurar otros que esta es irreal y solo por momentos. En una discusión de filosofía popular se podría echar mano de conceptos y escritos poco afines a la amistad,  como el encontrado en una ranchera popular donde se escucha decir “uno vale según lo que tiene, por desgracia es la ley de la vida…” Y otra más de un poema muy de mi tierra, del poeta carbonero José María Gaviria que se titula “Verdadero”  o “La Amistad” del cual dejo su primera y última estrofa:

Eran las doce de la noche un dí­a

De mi ciudad natal y sin testigos,

Las calles solitario recorrí­a

Mezclando la tristeza y la alegrí­a

Sin patria, sin hogar y sin amigos“.

Me siguió fiel y desde entonces lloro

De ver esta verdad, amarga y triste;

Los afectos, riquísimos tesoros,

Los deja el hombre por seguir el oro;

La amistad en los perros solo existe“.

Universalmente se ha acuñado el término, hoy no desvirtuado de que el perro es el mejor amigo del hombre, reflejando un principio de vida con un comportamiento mayoritario de gratitud y lealtad al amo, principios escasos en el ser humano y en lo que deberían prevalecer en la relación de amistad.

Dirán otros que entonces es más fácil amar que ser amigo, pues en esa medida cada cual explicará lo que siente al amar y cada quien lo que expresa o siente por amistad.

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