Por Luis Fernando Gil Monsalve – Historiador U. de A – Equipo de apoyo Diputado Juan David Muñoz

La Universidad de Antioquia es un multiverso lleno de biodiversidad, recuerdos inolvidables y tardes encendidas. En todo su centro, en la fuente que nutre la escultura “El Hombre Creador de Energía de Arenas Betancur” o en Plaza Barrientos rememoro los atardeceres más inolvidables bajo la lluvia, las nubes encrespadas entre morados rojizos y los pájaros cantando ante la inmensidad, años tan placenteros que no cambio por nada. Nunca he visto ranas; tampoco las he buscado, pero no puedo dejar de pensar en la idea de que son muy rápidas, vigorosas y que se cocinan en la comodidad, cuando se percibe la zona de confort en una olla, recipiente al que se le aumentan los grados paulatinamente y cuando menos se piensa, se cocinan sin darse cuenta.

Algo similar está ocurriendo en la Universidad de mis amores, se están violando derechos humanos y al parecer, no hay ranas saltando. De un lado, quizás el más poderoso representante del Consejo Superior, empieza a señalar estudiantes por meras conjeturas -sin investigaciones profundas- por haber matriculado más de 14 de semestres, cuando él mismo se graduó en 13 en EAFIT. Y por otro lado, un funcionario obeso y con voz de loca en celo, que cada martes y jueves nos hace la vida imposible a los asistentes a una clase de yoga que asisten sagradamente hace varios semestres al bloque 22 de la Universidad.

¿Cuánto tendrá que hervir la olla pitadora, para que esta carnicería de violación de derechos cese?

El Gobernador de Antioquia, recién elegido por la derecha más arcaica de la ciudad, propicia una cacería de brujas contra los estudiantes, y del otro lado, las palabras de un egresado y docente, nuevo diputado, Juancho Muñoz: “En la U. de A. se han vivido procesos de estigmatización que posteriormente han generado amenazas y asesinatos contra estudiantes y profesores… La Comisión de la Verdad, instancias judiciales y diversas entidades de ddhh han documentado a profundidad el tema”.

https://fb.watch/p-lG-lV_1I/

Desconozco las estadísticas, cifras y porcentajes y realmente ni me interesan, como citaba reiteradamente Eduardo Galeano: El mundo no está hecho de átomos, está hecho de historias, palabras inmortalizadas por la poeta Muriel Rukeyser.

En un mundo utópico, los estudiantes tardarían 10 semestres en terminar la mayoría de las carreras, pero en la U. de A. de la realidad de muchos, conozco personas que estudiamos varios semestres viendo 2 o 3 materias únicamente, en horarios extremos a las 6 a.m. o 6 p.m. porque trabajábamos en un call center 8 y 10 horas, porque no pagaban las desconexiones de 1 o 2 horas de almuerzo y toca quedarse para cumplir horarios, en esas carreras sin tanta demanda, donde o se ve tal materia tal día y a tal hora, o si no, deje pasar años hasta que pueda verla, o hasta que se muera X profesor como cierta casi colega. Eso sin contar los paros que hubo entre 2006 y 2013 por decir algo que sólo permitían ver 1 semestre por año.

Varias veces vi mujeres que llevaban a clase a sus hijos y los amamantaban allí porque eran madres solteras y no tenían quién más se los cuidara e incluso recuerdo con enorme e inolvidable amor, la vez que no tenía $ 160.000 para pagar el semestre de la Universidad: mamá y yo preparamos y vendimos tamales para completar la matrícula (bueno, yo asaba las hojas). Ventas de productos y servicios, que ayudan a terminar nuestra profesionalización.

Así mismo son miles de historias de superación, compromiso con su proyecto de vida, de acuerdo a sus posibilidades de familias y amistades, para que llegue un gobernador a satanizar los extremos, que no son la mayoría que sí termina entre 10 y 15 semestres sus carreras.

-¡OOOOOOM, OMMMMMM, OMMMMMM.

Big bangs y big crounches sucediéndose una y otra vez, desde la eternidad. Ranas naciendo, asándose y muriendo en los prados de la Universidad, repitiendo el ciclo de samsara y renacimientos por siempre.

Este jueves, por enésima vez, mientras yacíamos más de 20 participantes sobre el mat en posición de muerto o savasana, iniciando la concentración y las respiraciones iniciales para nuestra clase de yoga, percibimos una voz estruendosa y chillona de un funcionario del tercer piso del bloque 22 de la U. de A. Este señor no es la primera vez que irrespeta la sacralidad de esta práctica espiritual, llámese Eucaristía, Pésaj, Salah o Yoga. Empezó a gritar desaforadamente desde el tercer piso, al patio interior donde yacíamos inermes, que el olor del palosanto le hacía daño a él, y a algunas personas que empezaron a toser haciendo show hasta en tono burlesco, que él no iba a dejarse a pasar por encima, y otro montón de improperios contra el artículo 19 de la Constitución Política de Colombia de Libertad de Culto. Que no estemos de acuerdo con las prácticas religiosas católicas o de los Testigos de Jehová, o cualquier otro, es válido y se debe respetar, pero como dijo Voltaire: “Puedo no estar de acuerdo con lo que dices pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

Hay formas, maneras, no se comete sacrilegio ante lo sagrado de otros, ante el Maestro y la Universidad.

¿Qué más derechos se estarán violando en la Universidad de Antioquia sin que nos demos cuenta? ¿Cuántos más cambios graduales están desmejorando nuestra Alma Mater? ¿Será capaz el nuevo rector de la U. de A., que se elegirá el próximo mes, de corregir el rumbo de violaciones de derechos que se están cometiendo al interior de sus salones?

Enviado desde mi iPhone=