Por Iván de J. Guzmán López – Periodista – Escritor

Guerra y paz, es la monumental obra de León Tolstoi ((1828-1910), padre de la literatura rusa. Esta magnífica novela (de obligada lectura a quien se considere buen lector y persona culta),  nos ofrece una visión épica de la sociedad rusa mediante 500 personajes que van y vienen por la obra de una manera natural, caracterizando las vicisitudes de gentes de todo tipo y condición social a lo largo y ancho de cincuenta años de la historia de Rusia, desde las guerras napoleónicas hasta mediados del siglo XIX. Sin duda, Guerra y paz, al lado de Ana karenina, catapultó a León Tolstoi a la cima de la literatura Universal.

Tomo prestado este título (con la debida venia de uno de mis autores preferidos),  para referirme a dos hechos que me han llegado vía redes sociales, y que a mi manera de ver, se asimilan a hechos de guerra y paz, entendiendo que la primera no es sólo la física confrontación armada; y la segunda, mera ausencia de la guerra.

El primer hecho estriba en la dolorosa denuncia que hace una médica, de nombre Aura Castro, y que expresa: “ Soy médica y quiero denunciar que hoy me llamaron a contratarme no por 3 meses como es mi maldito OPS (sic), sino a contratarme por horas, es decir, por contratos cada 3 días por menos de 1 (sic) salario mínimo, para hacer 10 contratos en menos de 6 semanas, ahora lo llaman contratos express, sin prestaciones y sin mínimos de garantías ARL, …”. 

Dolorosa denuncia, sin duda, si nos atenemos a que este tipo de contratación es una burla al ministerio del trabajo, a los tratados con la OIT, y, a la dignidad humana y, muy especialmente, una agresión a la persona que tiene derecho a condiciones laborales dignas. Más aún, tratándose de un profesional de la salud quienes, en plena pandemia, vienen ofrendando sus vidas al servicio de la comunidad. Nuestro personal médico merece respeto, señor Ministro de Salud, señores congresistas. Esta actitud del contratante (en clara violación al régimen laboral colombiano), es un atizador de la violencia, un catalizador de la guerra que vivimos los colombianos desde la Patria boba.

Paz, sentida, llena de vitalidad, lección para muchos pueblos, es el segundo hecho que recibo, en que, mediante un video y una narración de fondo, se observa cómo en algunas ciudades de los Estados Unidos, muchos policías, que al comienzo de las protestas (contra el racismo y en memoria de George Floyd) eran uno de los objetivos de los manifestantes, se están uniendo a las protestas arrodillándose en señal de respeto. En el video que me enviaron, y en otros que aparecen en redes sociales (https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-06-01/video-policias-rodillas-homenaje-george-floyd-eeuu_2619324/), los sorprendidos manifestantes proceden a arrodillarse, como señal de fraternidad y solidaridad con la policía misma.

 Sin duda, un bello gesto de paz de los manifestantes, propiciado por la actitud de respeto y arrepentimiento policial, que nos hace pensar en que si hay voluntad institucional, voluntad de comunidad, voluntad de gobierno (voluntad política, como se dice ahora), es posible la paz.

Guerra y paz,  título de la monumental novela del querido conde de Tolstoi, es el que hoy nos hace pensar que los actos que entrañan la guerra pueden ser suprimidos si hay voluntad política; y que la paz es posible, mediante una simple manifestación de solidaridad y comprensión, ¡si hay voluntad política!