Sergio Zuluaga Peña. – Abogado

A propósito de la denuncia que hace el Exgobernador de Antioquia Luis Pérez, sobre la manera como el gobierno solo benefició los grandes capitales con la reforma tributaria del 2018, basándose en el informe de análisis de los beneficios tributarios del 2019 realizado por la Contraloría General, no solo tenemos que darle la razón al doctor Luis Pérez, sino que debemos admitir con toda tristeza que tanto la reforma tributaria del 2018 como la del 2019 (porque se nos olvida muy fácil que éste gobierno lleva dos reformas tributarias), confirman las grandes sospechas que siempre despertaron, y es que fueron diseñadas para favorecer los grandes capitales de las grandes empresas y, para aporrear aún más a las clases menos favorecidas, con el resultado previsible de profundizar la inequidad social, que nos esta exterminando la existencia de un Estado Social.

Lo más sorprendente, es que la tesis con la cual se argumentó la urgencia de estas reformas, fueron ni más ni menos, que una serie de sofismas con los cuales no solo se terminó beneficiando a los más ricos y a las grandes empresas que nunca pierden, sino que además, no se consiguió́ los 7 billones de pesos que  se pretendían recaudar, sino que como lo señala el exgobernador informe en mano de la Contraloría, se termino regalándole a esas mismas personas naturales y jurídicas 5 billones del pesos año, por la vía de las exenciones tributarias, que supuestamente eran necesarias para volver más competitivas nuestro sector productivo y generar más empleo; lo cierto es que al día de hoy, ni hay más empleo ni somos más competitivos, pero pasamos del bolsillo del Estado -es decir de todos los ciudadanos- 5 billones, al bolsillo de unos cuantos ricos en Colombia.

Razones no le sobran a Luis Pérez para decir con toda vehemencia que esas conductas por parte de los gobiernos sólo demuestran una “sospechosa relación con esos grandes capitales” y, que por supuesto no es más que una “miseria moral y una política miserable”.

Y no hay que ser un genio para entender que dichas reformas tenían las mas perversas intensiones que hoy se confirman, es decir favorecer a los mas ricos y a las grandes empresas, basta sólo con mirar como se eliminaron algunos tributos que estaban diseñados para este segmento contributivo, la Ley de Financiamiento (1943 de 2018) sofisma con el cual se bautizó dicha reforma tributaria, redujo en tres puntos porcentuales el impuesto de renta a las personas jurídicas, de tal suerte que nos tenemos que preguntar ¿Si la reforma pretendía aumentar el recaudo para financiar el gasto social pero se les redujo la carga a quienes tienen mayor capacidad de pago, ¿quién va a asumir la carga adicional? La respuesta salta a la vista, las clase menos favorecidas!.