Por:  IVÁN ECHEVERRI VALENCIA

De acuerdo con el calendario gregoriano, diciembre es el duodécimo y  último mes del año. Para los colombianos existen, en este mes, dos fechas de trascendental importancia: la noche del 24 de diciembre, cuando nos reunimos en familia para celebrar la Natividad del Señor, alrededor de todas nuestras costumbres regionales en las que compartimos deliciosas viandas como la natilla con buñuelos, el manjar blanco, el tamal antioqueño y tolimense; el fiambre valluno, la lechona, el pernil de cerdo y el delicioso pavo relleno. Es un día especial para el reencuentro con la familia y los amigos cercanos, viviendo momentos de inmenso regocijo, como el rezo de la novena e intercambio de presentes y compartiendo con los niños su inocencia y sueños de contar con un regalo del niño Dios  o de Santa Claus.   Igual ocurre  con el 31 de diciembre, día de recuerdos, nostalgias y balances sobre los éxitos y fracasos, alegrías y tristezas que nos deparó el año que termina y de impregnarnos de mucho optimismo y positivismo para el nuevo año.  

No podemos dejar pasar en blanco en esta columna lo que se vive en el país, convirtiendo este tiempo de alegría y de fiestas en toda una ola de paros, marchas y bloqueos de vías que se traduce en una incertidumbre jamás vivida. La actual inconformidad  sentida por  buena parte del pueblo colombiano a partir del 21 de noviembre, cuando acudió a las calles y plazas del país a reclamar por sus derechos y por tratar de evitar las perlas que se cocinan desde el gobierno del Presidente Duque con la compinchería de los grupos políticos y una caterva de congresistas, que a espalda del pueblo legislan en su contra para favorecer a unos pocos, dándoles anticipadamente un jugoso aguinaldo de varios billoncitos a través de la ley de financiamiento (Reforma tributaria), las reformas laborales y pensionales que aporrean seriamente a los trabajadores, a los pensionados y a los que se encuentran a un paso de obtenerla.

Tendremos que estar muy pendiente en esta recta final de la legislatura ya que los que pregonan ser los defensores del pueblo en campaña y que cuando asumen el poder, solo recurren a ignorarlos y golpearlos con leyes impopulares haciendo más crítica la situación de la clase media y popular con el único fin de complacer los caprichos y exigencias de los financiadores de sus campañas.

Existe un movimiento juvenil, de clase media y popular, que está saliendo a las calles, al que no podemos estigmatizar ni  ignorar en sus justos reclamos.

No queremos más sorpresas ni más desconchinfles con un gobierno y una clase política que cada vez cae, por su corrupción e intereses, en la peor cloaca; el pueblo colombiano quiere paz, acuerdos, diálogo, equidad y justicia social y seguir cantando con alegría y esperanza: ¡Noche de paz, Noche amor!