Por: Nicolás Pérez -Senador de la Republica
¿Cuántas pérdidas han generado las marchas a los comerciantes? ¿Quién va a pagar los platos rotos? ¿Cuántos policías heridos deja el paro? ¿Se ganó algo con los desmanes? ¿Se han perdido empleos? ¿Qué tanto ha afectado el paro a las pequeñas empresas? ¿Se podrán recuperar las pymes de las caídas en las ventas?
Ocurrieron las marchas. La gente salió a la calle y expresó su inconformismo con el Gobierno. Algunos lo hicieron de manera educada y otros acudiendo a la violencia. No obstante, ya han pasado dos semanas desde que esto comenzó y las consecuencias, más que padecerlas los Ministros o el Presidente, las están sufriendo los colombianos de a pie.
En materia económica, por ejemplo, la situación es crítica. Usualmente en diciembre el comercio aumenta las ventas en promedio un 30%. La dinámica navideña dinamiza la economía y le da un respiro a las empresas. Sin embargo, gracias al Paro esa cifra ha caído entre un 50% y un 90%, generando pérdidas diarias de más de 150mil millones.
Y por supuesto que la caída en las ventas afecta a las grandes compañías. De eso no queda duda. No obstante, el músculo financiero que tienen les permite soportar de mejor manera la crisis, situación que no sucede con las pequeñas empresas, las cuales son las responsables de la creación del 80% de los empleos del País y que hoy en día están en riesgo debido a esta angustiante situación.
En lo que respecta a los daños físicos la situación no es mejor. Más de 769 personas entre miembros de la Policía y manifestantes han resultado heridos en las protestas, además de los dos fallecidos por enfrentamientos con el Esmad y la manipulación de explosivos.
Es decir, con estos desmanes los que pagan los platos rotos son los colombianos trabajadores y no los miembros del Gobierno. A ellos, por mucho se les afectará las cifras de popularidad, pero las verdaderas consecuencias las sufren las personas que asumen las pérdidas humanas y materiales de los desmanes.
Nada más en Bogotá los daños causados al 76% de las estaciones de Transmilenio ascienden a más de 5 mil millones de pesos y en promedio 2 millones de personas se quedan sin acceder al sistema cada día que hay manifestaciones y bloqueos.
Por eso, como colombianos debemos hacer una profunda reflexión respecto a este tipo de manifestaciones. Bienvenida la protesta pacífica, pero la violencia es inaceptable. Si ocurre, el Estado debe proceder con toda la autoridad para evitar afectaciones al orden público.
No se puede poner en riesgo el comercio, los empleados que este genera y la integridad física de los colombianos por un paro que terminó deslegitimado cuando se acudió a las vías de hecho antes que a los argumentos. Los desmanes lejos de enviar un mensaje de contundencia, terminan causando rechazo y desaprobación en el grueso de la población.