Por Iván de J. Guzmán López

La Academia Antioqueña de Historia, denominada inicialmente como Academia Departamental de Historia, fue fundada en 1903. Su primer presidente fue el doctor Manuel Uribe Ángel (a mi juicio, el más ilustre de los antioqueños: fue médico, escritor, científico, historiador, geógrafo, Presidente del Estado soberano de Antioquia en 1877, y senador; llamado El padre de la medicina de Antioquia, por sus contribuciones a esta ciencia y, hoy, justamente, 4 de septiembre de 2022, cuando escribo estas notas, estamos celebrando los 200 años de su natalicio).

La Academia Antioqueña de Historia, ha sabido caminar 119 años, sorteando dificultades locativas, pero cultivando y preservando la historia de Antioquia con esmero y amor, a tal punto que hoy es reconocida como la más importante en Colombia (obviamente después de la Academia Colombiana de Historia) y ha sido escuela y tribuna de los intelectuales antioqueños más connotados, en sus distintas épocas. Veamos: durante el gobierno de Antioquia del doctor Clodomiro Ramírez, se expidió el decreto 360 del 02 de enero de 1904, que reconoció la fundación de la Academia de Historia, Geografía y Arqueología de Antioquia. Inicialmente funcionó en la casa del doctor Manuel Uribe Ángel hasta su fallecimiento, pasando luego a distintos espacios como la asamblea departamental de Antioquia (en su anterior sede del actual Palacio de la Cultura de Antioquia Rafael Uribe Uribe), luego al Museo de Zea (hoy Museo de Antioquia), al Paraninfo de la Universidad de Antioquia,  a la Escuela de Derecho de la Universidad de Antioquia y, finalmente, en la que era la casa del médico Luis López de Mesa (ubicada en el hoy conocido Parque del Periodista de Medellín), entregada en donación por la familia del ilustre hijo de Donmatías, en 1976.

La Academia Antioqueña de Historia es materia de mi artículo de hoy, porque, en cumplimiento de su objetivo general, trazado en “Estudiar y divulgar la historia y la historiografía de Antioquia y Colombia y servir de cuerpo consultivo al gobierno departamental”; y en dos de sus objetivos específicos, como son: “Crear conciencia y velar por la conservación del patrimonio histórico y cultural, tanto material como inmaterial del Departamento de Antioquia” y “Promover la creación y el fortalecimiento de los centros de historia de los municipios antioqueños”, los días primero y dos de septiembre de 2022, llevó a cabo un evento delicioso e indispensable para pensar el patrimonio de Antioquia, cosa que hoy estamos cuestionando y lamentando, dado que lo mejor que tenía Antioquia en esta materia, simple y llanamente, ya no existe; lo han derrumbado, perdido o tirado al olvido, cegados, como hemos estado, por el llamado “progreso”, y la incapacidad de los gobiernos locales, departamentales y nacionales, al igual que de sus oficinas de planeación, al parecer, ignaras totalmente en este asunto, que para países como Argentina, México, Ecuador, Perú y Bolivia (para qué hablar del viejo continente) es vital, conservan y cuidan como verdaderos tesoros. 

El evento citado, denominado “Convención Anual de la Academia Antioqueña de Historia y los Centros Municipales de Historia, 2022”, con el tema central: “Protección y Disfrute del Patrimonio Cultural de Antioquia”, fue un espacio de colegas, amistad, aprendizaje y denuncia, repartido en un día de trabajo en la sede de la Academia, en Medellín, y otro día en nuestra Ciudad Madre, mi muy querida Santa Fe de Antioquia. Un primer día con 4 conferencias magistrales, reunión de grupos de trabajo, informe de comisiones y evento cultural; otro día, en la cuna del noble periodista Fernando Gómez Martínez, donde, bajo la hospitalidad del Hotel Mariscal Robledo, disfrutamos de una disertación académica, bella y sentida por parte de un Académico como don Alonso Monsalve Gómez, que ha viajado por el mundo trabajando por la cultura, la hotelería, la literatura y la historia. Sin duda, su participación sobre lo que significa el patrimonio inmaterial y cómo se preserva este patrimonio en el mundo, nos conmovió por lo bellamente enfocada y porque nos estrujó el alma, al demostrar qué lejos estamos de otros lugares, otras ciudades y otros países, que saben qué es, y lo promueven como un verdadero tesoro patrimonial y turístico. Luego, dos visitas guiadas, bien planeadas y hechas con sentido de permanencia, amor y sabiduría; una, al Museo Juan del Corral y la otra al Museo de la Diócesis, nos dieron la exacta dimensión de los tesoros que tenemos en La cuna de la raza.

Entiendo por qué el cantor de Buenos Aires, dice “que veinte años no es nada”. Nuestra Academia Antioqueña de Historia, completa 119 años de trabajo y de historia; y eso no es nada, si pensamos en la tarea que ha hecho, viene haciendo (en cabeza de su presidente actual don Alonso Palacios Botero), y le queda por hacer.

Conocer la historia es vivir el pasado, entender el presente y construir el futuro. No me cabe la menor duda. Esto lo sabemos en la Academia Antioqueña de Historia.