“La censura absuelve a los cuervos y se ceba en las palomas” -Décimo Junio Juvenal, poeta satírico latino- Creo que, en política, hoy, sigue vigente esta gran lección.

POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Antes de criticar siempre hay que ver si es posible disculpar.  Todos somos conscientes que siempre resulta mucho más fácil criticar con ligereza que errar con criterio, cuando pretendemos actuar correctamente.  La crítica en los ámbitos de la política, el poder, la gobernabilidad y la gobernanza debería ser como la piedra de afilar, que aguza, pero sin cortar.  Quien crítica a los demás precedido de la mala fe, trabaja en su propia enmienda o destrucción.

El crítico de la política tiene que educar al pueblo para tomar las decisiones más acertadas frente a quiénes vamos a elegir, en las próximas elecciones, de la misma manera que el artista tiene que educar al crítico de sus obras.  Los criticones vulgares hallarían faltas en el mismo paraíso.  Decían los abuelos en su sabiduría: “el que viva en una casa de cristal no debe tirar piedras”.  Otros grandes críticos de la política expresaron: “un político sin pensamiento crítico es como un gallo que cacarea mientras las gallinas ponen”. 

Comprendamos que las críticas en campaña electoral son como palomas mensajeras: siempre vuelven al nido que las emitió.  Censurándonos, imaginamos que nadie tiene derecho a censurarnos.  Uno en la política tiene derecho a juzgar a sus adversarios, pero con respeto, dignidad, prudencia y verdad.  La crítica es, digámoslo así, la policía de la república literaria de la política.  Un mal político puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón que un pésimo vino puede llegar a ser un buen vinagre.  Como se necesita mucho análisis para verlo todo, holísticamente en la política, lo mejor es formarse un propósito de no condenar irresponsablemente, si no se tienen elementos válidos para evidenciar lo que se crítica.

Lo que hacemos en campaña electoral no es casi nunca comprendido por el pueblo, y siempre es acogido sólo por los elogios o por la crítica.  Lo mismo sucede con los insectos, pican, no por maldad, sino porque también quieren vivir; lo mismo sucede con los criticones de la politiquería: ansían nuestra sangre y no nuestro dolor.  Cuando veamos a un político atacado con encarnizamiento, con furia, por todos sus adversarios y por toda clase de medios de comunicación, estemos seguros de que ese político tiene unos principios superiores que está en juego alguna buena y vigorosa cualidad oculta para servirle al pueblo.

José Martí, escritor cubano dijo “a mí, por supuesto, me gusta más elogiar con sinceridad que censurar de mala fe, no porque no censure también yo, que hallo en mi indignación contra lo injusto y lo feo mi mayor fuerza, sino porque veo que la censura más eficaz es la general, donde se censura el efecto en sí y no en la persona que lo comete”.

Finalmente, quiero expresar que aquellas personas que insultan, calumnian y difaman con la mala crítica a quienes no actúan y piensan como ellas o ellos, estorban en cualquier proyecto político donde actúan.  Los insultos y los silbidos en campaña electoral, sólo ahogan a los mediocres y los ineptos.  Las críticas, de mal gusto, son cartas al pueblo que ningún autor tiene que abrir ni leer.  Nada es más fácil que censurar irresponsablemente, porque la crítica perversa enturbia el gusto de la hidalguía y envenena los sabores de la democracia.

Las mentes estrechas y cuadriculadas suelen condenar todo lo que está más allá de su alcance politiquero y vulgar.  La sociedad democrática y liberal se paralizará si deja de ser autocrítica.  La crítica es una brocha que no puede emplearse en las telas ligeras, porque se lo llevaría todo.  Uno en la política como en cualquier proyecto social y profesión al servicio del pueblo está tan expuesto a la crítica como a una gripe.

¡Criticar por criticar a los adversarios es la concepción vulgar de la criticidad!

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                  Medellín, septiembre de 2023