Por Iván de J. Guzmán López

El sábado 3 de junio de 2023, se presentó el gobernador Aníbal Gaviria en Santa Fe de Antioquia, esta vez con el pretexto de la inauguración de una lengüeta de vía desde donde se observa privilegiadamente la belleza arquitectónica e ingenieril que nos legó nuestro gran ingeniero José María Villa.

La obra, ponderada por el alcalde Pardo como el sumun del amor por Santa Fe, consiste en la pavimentación de una curva en la vía del llano hacia el municipio de Olaya, y la puesta de pasamanos elementales y burdos al borde del peñón, de cara al Puente.

Reconozco que estamos en campaña política y que el gobernador, judicialmente está comprometido hasta el cuello, y necesita airear su nombre, pero en justicia debo aclarar que el gobernante al cual Occidente, y muy especialmente Santa Fe de Antioquia  le debe desarrollo y obras (que no voy a enumerar porque estamos en campaña política y con escases de espacio) es al  doctor Luis Pérez Gutiérrez. 

El alcalde local, Felipe Pardo, se extendió en alabanzas, pronunciando con amor inusitado la palabra “gobernador” en risible cacofonía por 60 veces al referirse a Aníbal Gaviria, al tiempo que le presentó rendidas excusas por no haber votado por él, pero entendemos que ya sale del cargo y seguramente busca espacio en algún partido o en la burocracia departamental, porque no creo que en la nacional, sea capaz de torear a Petro.

Se anunció, en los discursos veintejulieros del día 3 de junio, una partida de 3 mil millones de pesos para “repotenciar” el puente de Occidente, cerrado totalmente por la misma gobernación de Antioquia, según el decreto ampliamente publicitado, y tumbado por la presión de los municipios en la margen derecha del río Cauca, en especial por la guapura y responsabilidad del alcalde de Olaya y sus habitantes, que lo impidieron con marchas y manifestaciones.

Esperemos que la cacareada “repotenciación” de la Joya de Colombia, obra del hijo de don Sinforiano Villa Vergara y doña Antonina Villa Leal, paisanos de mí querido y recordado sopetranero Hernán Echeverry Coronado, sea realidad, y no canto de sirena como lo ha sido en este gobierno de los “unidos”.

Lo mejor (algo ha de haber bueno siempre) fue que escuchamos al joven John Arley Henao Arboleda, hijo de nuestra bella vereda Los Sauces, de San Diego, en Liborina, acompañado de otros hijos de ese querido municipio, quienes presentaron prometedores emprendimientos;  y como buen liborino, sin pelos en la lengua, hizo pública una solicitud que más bien fue una denuncia, en el sentido de que el gobierno de Antioquia no siga perjudicando a nuestro Occidente medio, con el abandono y cierre, bastante curioso, e incomprensible, por decir lo menos, del Puente de Occidente.

Para terminar su visita, el gobernador Aníbal Gaviria, escuchado por 60 personas en cuatro casetas dispuestas en el parque central (entre ellos, la mitad que venían haciendo parte de su comitiva y con distintivos de la gobernación, seguramente ganando horas extras y viaticando), citó, básicamente, la obra de la ciclo ruta, la modernización del parque central, obras pensadas,  financiadas y construida durante el gobierno de Luis Perez Gutiérrez, al igual que la iluminación con Led de las calles (que en palabras del orador Gaviria “le da seguridad al municipio porque los delincuentes le temen a la luz”). Luego del iluminado pronunciamiento, se refirió,  con aires de Cicerón, al Túnel del Toyo, diciendo que era una mega obra orgullo de Colombia, sin reconocer la autoría y el esfuerzo del citado gobernador Pérez, para lograr su construcción.

Siguió su discurso con otras cosillas sin trascendencia y más bien con tinte político.

Terminada la ronda  oratoria gubernamental en mi histórica y bella Santa Fe, sólo nos queda esperar a que el tal mirador, no sirva para ver cómo se nos cae a pedazos el querido, histórico, y de contera, monumento nacional, el Puente de Occidente, obra del admirado hijo de Sopetrán,  José María Villa Villa, ante la mirada atónita de mis paisanos calentanos de Occidente, a más que de los responsables, sobre los cuáles la Procuraduría pondrá luego sus cansinos y lentos ojos.