Por: Misael Cadavid MD
Conocí a Luís Pérez por allá en el año 2003 cuando estaba finalizando su alcaldía de Medellín en la inauguración de un centro de salud en la parte más alta y deprimida de la comuna nororiental, nunca había votado por él, yo me desempeñaba como médico en Manrique y me sorprendió no sólo la majestuosidad de la obra por su belleza arquitectónica y comodidades para pacientes y profesionales de la salud, allí me di cuenta que ejecuta obras de ricos para pobres, sino su discurso con un gran énfasis en realizar cualquier cosa para brindar equidad y justicia social a los menos favorecidos.
Recuerdo que al finalizar el evento paso con la sencillez y humildad que lo caracteriza a darle la mano a la comunidad y a los invitados nos dejó de últimos y con la ansiedad natural de conocer al alcalde le brinde mi mano sudorosa esa que aún le brindo después de 20 años de ser un leal y convencido de los principios políticos y doctrina filosófica del luisperismo.
Y es que en la simplicidad y humildad está el secreto de lo verdaderamente grande, ser simple tiene mala prensa. Por eso no sorprende que la gente tenga miedo a ser considerada demasiado “simple”.
Pero definitivamente Luís Pérez, no puede evitarlo, le gusta lo simple. Sin artificios. Con claridad.
Por eso sus modelos de vida son Cristo, el Papa Francisco, Pepe Mujica y Gandhi, las biografías de ellos, siempre se encuentran en la mesa de centro de su sala como si fueran la brújula que orientan su vida y lo suficientemente calibrada para no desviar sus convicciones políticas, la cual podría resumir en una sola frase: mejorar las condiciones de vida de las clases sociales menos favorecidas. Para él la política es simple, es el único instrumento de movilidad social que tenemos y es lo único que transforma una sociedad. Por eso hay que dignificarla sin codicia ni egoísmo. Con ella recuperamos la esperanza y la libertad cuando menos se espera.
Y es que las ideas y las grandes obras de infraestructura ejecutadas por Luís Pérez trascienden la necesidad para convertirse en símbolos del potencial creativo de la antioqueñidad.
Dice Luis Pérez que para construir el presente hay que viajar al futuro para lograr las transformaciones sociales, ambientales, culturales y económicas de fondo que requiere la sociedad, para él, la política es el arte de hacer posible lo deseable.
Y es que sus banderas, la educación considerada por él como el único mecanismo de atomización de la pobreza y del bienestar social y personal y la infraestructura que hace alusión a toda construcción que sirve de soporte para la ejecución de otras actividades como la educacional salud, el deporte, el transporte y la generación de crecimiento económico y social, siempre las lleva en su corazón como una impronta de vida.
Definitivamente la inversión en infraestructura es importante para incrementar la productividad y competitividad económica, en una etapa de globalización y de alta competencia.
No podrá obtenerse un desarrollo económico sostenido, equilibrado e importante, si no se cuenta con grandes obras de infraestructura.
Es por ello que celebro con asombro que con ideas que aunque hayan sido consideradas locas pueden llegar a constituirse en paradigmas de transformación social.
Para Luís la política no ha sido nada fácil. Ha perdido elecciones pero nunca lo vi desfallecer, siempre lo ha caracterizado el arrojo, la gallardía y la decencia; y como dijo Ignatieff, un expolítico canadiense que vio de cerca el dolor de perder: La derrota trae lucidez y también liberación. Recuperas la libertad cuando menos te lo esperas. Comprendí de Luis que la reacción más sorprendente al fracaso es el alivio. Pero en el triunfo ha sido humilde, sensible y con una inmensa y obsesionada capacidad de trabajo para lograr los objetivos de transformación social.
Luís está en la política por convicción y vocación, para servir y no para servirse, ejerce un liderazgo pulcro, propositivo, con empatía y con conocimiento. Ese es su compromiso, ama ser político.
Con esto de lo sencillo, de lo simple no hago sino pensar que Luís Pérez no es un hombre, es una causa. Y eso no es pose. Es convicción. Así de simple.
Enviado desde mi iPhone=
—————————————— —————————————————————————– —————————————- ————————————————————- ———————————————————————————