Por el amor a Colombia y la defensa de la democracia y la libertad elijamos un Presidente auténtico, transparente, de nobleza moral y principios sólidos que sea garante de idoneidad, confianza y credibilidad para el bienestar del pueblo colombiano.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

La virtud de la sinceridad sin más se ha devaluado por la obsesión moderna de ser auténtico, lo que parece indicar una “experiencia moral más agotadora”.  La popularidad de la autenticidad se ha extendido como un virus en todos los aspectos de la sociedad, pero especialmente en los negocios, la gobernabilidad y la política.  La habilidad para dominar este arte de “sólo ser tú mismo” se ha convertido en un artículo de moda.  Y es ahí donde se encuentra el problema.  Lo que comenzó como una llamada a la autoexpresión auténtica por distintos caminos se ha convertido en estrategia magistral para parecer ser auténtico. 

Los políticos y gobernantes se ponen camisas de franela, pantalones rotos, sombreros baratos y emplean la retórica de “cualquier tipo corriente” y los ricos hombres y mujeres de negocios conducen camionetas último modelo para ir al trabajo, dejando su “pichirilo” en el garaje -intentos de presentar una autenticidad de tipos corrientes-.  Y mientras todo el mundo está intentando ser la personificación de la autenticidad y dar la impresión de que lo que ves es todo lo que hay, la sociedad ha venteado algunas falsedades.

A la estela de los escándalos politiqueros, gubernamentales y empresariales, en Colombia, nos hemos convertido en más exigentes que nunca y más capaces de descubrir la autenticidad simulada.  Aquellos que han sido sorprendidos con falsas apariencias de algún modo han enturbiado las aguas que acogen los argumentos favorables a situar la autenticidad en primer lugar.

La autenticidad ya no es un concurso de simpatía sino la justificación para que los auténticos imbéciles sigan siéndolo, bajo la excusa de: “lo siento es que yo soy así”.  Desde el punto de vista de una organización política, gubernamental o empresarial, la autenticidad -la coherencia entre nuestro ser interior y nuestro ser exterior- consiste en aumentar la confianza ante el pueblo, mejorar las relaciones humanas, políticas, sociales y culturales y, hacer más sólidos los valores que es de esperar creen un contexto significativo en el qué-hacer de la política, los negocios y la gobernabilidad.

Los políticos, gobernantes y empresarios que tienen en mente el espíritu de la autenticidad mientras trabajan duro y con responsabilidad para crear contactos significativos con sus seguidores, demostrando sinceridad de ser y revelando información personal que añade valor al contexto de trabajo, estarán poniendo en práctica una parte muy importante del liderazgo transformador que genera credibilidad.  Sin embargo, hacerlo requiere un cierto nivel de madurez y de auto-conciencia y un elevado sentido de cómo la gente puede percibir, analizar y difundir la información que el político, gobernante o empresario revele a la sociedad.

Y como la autenticidad o transparencia personal en última instancia describe la calidad de una relación (uno no puede ser transparente a no ser que tenga alguien que también lo sea), los políticos, gobernantes y empresarios deben crear oportunidades en las que involucrar a sus seguidores, permitiendo que les conozcan sus cimientos de ser hombres y mujeres sembrados en la verdad para servirle al pueblo con devoción y amor.

¡Así de claro!

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                                     Medellín, abril 7 de 2022