Por: Luis Fernando Pérez Rojas

El pueblo debe elegir a un hombre o mujer de carne y hueso, y no un candidato ideal, prefabricado cuidadosamente.

Las campañas para elección popular del gobernante son memorables, en lo que a gasto y recursos publicitarios se refiere, con inmensos movimientos de masas, profusión de consignas, estandartes, pancartas, canciones alusivas, adhesivos para los carros, entrevistas, foros televisivos, etc.  Con todo este despliegue, es, preciso admitir que en gran medida se lleva a cabo un acto de ocultamiento o sustitución de la verdadera personalidad del candidato.  Una distorsión intencional y estudiada de su verdadera forma de ser.  De esta manera, puede ocurrir que sus partidarios voten por un candidato ideal, prefabricado cuidadosamente, y no esencialmente, por un candidato -hombre o mujer- de carne y hueso.

Estoy hablando, naturalmente, de los casos en los cuales se producen estos excesos cuya calificación queda al criterio del lector de esta columna:

  • ¿Qué oportunidad tiene el electorado de saber cómo es en la realidad la persona por la cual va a marcar su preferencia?
  • ¿Cómo es la forma de ser de este candidato como ciudadano integral?
  • ¿Posee la fortaleza de carácter necesaria para sustraerse a presiones indebidas?
  • ¿Tiene el criterio apropiado para elegir lo mejor y a conciencia?
  • ¿Cuáles son sus defectos y debilidades principales como ciudadano y futuro gobernante?
  • ¿Los conoceremos algún día, para reafirmar nuestra percepción del candidato?
  • ¿O será el pueblo quien termine pagando las consecuencias de carencias inadvertidas en la más alta dirección del país, el departamento o el municipio, según el caso en particular?
  • ¿Es narciso, soberbio, arrogante, farsante o vanidoso?
  • ¿Es resentido, ofensivo, rencoroso, violento, lastimador o ególatra?
  • ¿Es justo, veraz, templado, de carácter y generoso?
  • ¿O será débil, timorato, injusto, mentiroso, calumniador y sin criterio?
  • ¿Será en verdad piadoso, humilde y sencillo como cuando se le muestra haciendo obras de bien y relacionándose con el pueblo? ¿O serán necesidades del marketing?
  • ¿Cuál es su coeficiente intelectual? ¿Qué dice su examen psicológico para ocupar el cargo?
  • ¿Es una persona mentalmente sana o posee algunos trastornos relevantes de carácter?
  • ¿Cuáles son sus compromisos reales con las fuentes que financian su campaña?
  • ¿Se presenta para servir al pueblo o por simple ansia de poder personal y político?

En realidad, es tan poco lo que llegamos a saber de un candidato a Presidente de un país, Gobernador de un departamento o Alcalde del municipio que pareciera que solo aspirara a ser una figura decorativa y no el mandatario de los destinos de una nación, departamento o entidad municipal.

De seguro que en cualquier empresa de importancia poseen mucha más información real sobre cualquier ejecutivo que deseen nombrar o elegir.  Por la importancia suprema del cargo a desempañar, un candidato a Presidente, Gobernador o Alcalde, debiera ser la transparencia misma.  Sus defectos y cualidades tendrían que ser conocidos por el pueblo que lo elige, más allá del barniz publicitario del marketing.

Los trastornos psicológicos o perturbaciones mentales de las personas son difícilmente advertibles, incluso por especialistas en la materia.  Por las calles de nuestras ciudades y municipios marchan muchas personas que parecen normales y no lo son.  Individuos cuyos trastornos son discontinuos y solo se presentan en momentos de gran tensión emocional.

El que aspira a ser Presidente, Gobernador o Alcalde, ¿Es normal? ¿Quién asegura esto?  Tratándose de la primera magistratura de la nación, del departamento o municipio, es preciso extremar los cuidados en este aspecto y exigir de aquella persona la mayor transparencia, honestidad, rectitud, ética e idoneidad a los ojos del pueblo.  No se puede correr el riesgo de que un megalómano o una personalidad limítrofe, por ejemplo, accedan a tan importante responsabilidad por voluntad del pueblo.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                       Medellín, febrero 16 de 2021