Actualmente existen mucho más de 16 millones de colombianos en medio de las nefastas y deplorables situaciones económicas que genera la pobreza”.

Autor: Héctor Jaime Guerra León*

Acabar con la pobreza no ha sido sólo uno de los mayores objetivos que se han propuesto los gobernantes de todos los tiempos no solo en nuestro país,  sino que es infortunadamente uno de los mayores flagelos- problemas- que han azotado a la sociedad misma a lo largo de toda nuestra historia. Parece que este terrible fenómeno fuera concomitante a la existencia de la humanidad y mientras que unos pueden acceder a notables y fructíferos modus de vivir, en medio de la abundancia y la solvencia económica, muchos otros, las mayorías, tienen que sufrir la escasez y grandes necesidades por falta de los recursos suficientes. Todo a causa de la pobreza y falta de oportunidades para acceder a modos dignos y aceptables de subsistencia.

Es realmente deplorable la situación económica que padecen muchas familias en nuestro país, pues “El porcentaje de personas clasificadas como pobres respecto al total de la población nacional fue 27,0% en 2018, frente a la tasa de 26,9% de 2017”, según las cifras de pobreza monetaria publicadas por el Dane (2019 ( cifras que sin duda alguna han crecido notablemente en los últimos dos años, por las tendencias normales del  comportamiento económico nacional y, en especial, por la dura e inesperada crisis generada por la pandemia del COVID). Ello indica que los índices de distribución del ingreso nacional son muy inequitativos e injustos y que mientras unos aumentan con considerable vigor sus ingresos- finanzas, una gran cantidad de personas y de familias colombianas se empobrecen cada vez con menor posibilidad de recuperar medios estables e imprescindibles para su adecuado sostenimiento y manutención. Es mucho decir que el índice de pobreza en la población colombina, tal y como se ha registrado, para el año 2018, fue del 27% de la población, lo que significa que hoy puede ser muy superior y que el asunto es muy grave, siendo que en el país “hay en total 48 millones 258 mil 494 habitantes”, cifra que también ya en todo caso es superior. Si ello es así, y debe serlo pues lo dijo el Dane (julio/2019), está claro que actualmente existen mucho más de 16 millones de colombianos en medio de las nefastas y deplorables situaciones que genera la pobreza.

Los expertos y tratadistas de estos asuntos, junto a los encargados en el Estado y la Sociedad de estudiar y atender este importante tema que concierne a todos en general, pero que afecta de manera tan lamentable y dramática a un inmenso número de personas, familias y comunidades al interior de la organización social y estatal, hacen hasta lo imposible, para explicar y resolver tan delicada cuestión, sin que realmente se haya podido hacer algo que en verdad resuelva de fondo y de manera definitiva esta terrible realidad social.

Se tiene la creencia que la pobreza deviene única y exclusivamente de la carencia de dinero, de capacidad monetaria. A nivel internacional se ha venido trabajando en la generación de herramientas y estrategias que permitan combatir más efectivamente este mal, partiendo de la idea de que no se trata simplemente de falta de ingreso dinerario, es lo que se ha llamado la multidimensionalidad de la pobreza, para afrontarla no sólo desde la perspectiva del dinero, sino también teniendo en cuenta que este nefasto estado puede devenir de la falta de educación, salud, trabajo, oportunidades, etc., etc. Así las cosas, está absolutamente claro que combatir la pobreza se hace generando mayores oportunidades y garantizando que a la población lleguen realmente derechos como el de la salud oportuna, educación adecuada, vivienda- hábitat y trabajo dignos, recreación, deporte, etc.

La pobreza extrema es entonces inexorablemente no tener acceso a estos servicios, pero en especial al de alimentación- vivienda- hábitat, trabajo- instrucción, educación ( habilidades y/o competencias para el trabajo), que son los insumos básicos y primordiales que necesitamos para poder abrirnos paso y darnos a la conquista -en términos de igualdad- de los demás procesos y derechos que se han establecido para lograr -en mejor grado- lo que cada uno de los seres humanos requerimos, por vocación natural de supervivencia, como en efecto es el ánimo permanente que nos asiste de encontrar bienestar individual y/o colectivo; porque nacimos para ser felices y vivir bien, por lo que no es en nada justo estar sometidos a graves estados de pobreza y de miseria, por los inequitativos y desiguales estándares y sistemas que se han creado para la distribución del ingreso y la producción. Lo más grave del asunto es que ello pareciera no tener solución; pues cada día son más las barreras y las dificultades para que podamos concurrir en términos de equidad e igualdad a los derechos y garantías que se han creado “por todos y para todos” al interior del Estado y la Sociedad que nos rigen.

*Abogado Defensoría del Pueblo Regional Antioquia; Especialista en Planeación de la Participación y el Desarrollo Comunitario; en Derecho Constitucional y normas penales. Magíster en