En el 2020 la humanidad se enfrentó a su mayor miedo, a vivir en soledad, en la realidad física del encierro y el temor a la muerte, tal como llevábamos décadas viéndolo en las películas y series de zombis, las calles estaban grises, desoladas, como si fuera un mordisco letal, temíamos a que siquiera se nos acercaran, pues podría ser la caricia de la muerte; pero paralelo, creamos una realidad virtual, empezamos a entrenar por redes sociales, a publicar lo que comíamos y a hacer crónicas diarias de nuestros avances pandémicos, creamos una realidad con el único fin de trascender los muros de nuestras casas y sentirnos en libertad.

A pesar de que antes de pandemia existían las redes sociales, estas eran por un grupo reducido de personas, incluso, solo se veían activistas “influyentes” de izquierda, o en su mayoría eran usadas por columnistas con gran reconocimiento, actores y políticos, los últimos, sin gran alcance; y es que no se puede desconocer que las redes sociales fueron artífices de grandes movimientos sociales, como la gran marcha en contra de las FARC, la gran marcha por el SI a la Paz y finalmente el 21 N, que fue el primer campanazo que se tuvo previo al estallido social, pero todo ello, con gran relevancia política, pero sin mayor alcance al largo devenir, ninguno logró grandes hitos a nivel electoral o grandes cambios legislativos.

En Pandemia iniciaron las famosas bodegas, unas, para legitimar el accionar de los Gobiernos, otras, para ejercer control político a estos, creando grandes movimientos sociales impulsados por líderes de opinión de vieja envergadura, y en casos, creándose nuevos influyentes que rápidamente lograrían crear tendencias semanales sin mayor esfuerzo; y es que las bodegas, en su mayoría, no son más que una hinchada apasionada que desiste de mostrar su cara y crea luchas en silencio, tal vez, sin que me guste mucho la comparación, como cuando un protestante tapa su cara con capucha.

Y digo, en su mayoría, porque se debe diferenciar esa hinchada que llamo “bodega”, de las granjas de cuentas o “bots”, siendo las últimas un montón de cuentas falsas programadas para difundir un mensaje, sin mayor procesamiento de la información y sin una opinión personal, algo así como un comité de aplausos; aquí recayó el mayor problema de las campañas políticas, incluyéndome, no diferenciaron las granjas y las bodegas, las primeras poco influyen, tal vez solo para hacer ver un perfil fortalecido, las segundas viralizan, crean opinión y SÍ VOTAN, pero sobre todo, generan votos.

Las Redes sociales se convirtieron en la nueva realidad, en la forma más rápida de llegar a millones de personas a solo un clic, lo cual tiene grandes ventajas ligadas al fácil acceso a la información,  pero también grandes retos para la democracia, pues las redes sociales no tienen ningún tipo de control, poco se ha legislado y explorado el tema, siendo un asunto de gravedad, porque al clic está la información veraz y también, las mentiras y las fake news; y es que en las redes se pueden repetir tantas veces falsedades, que se convierten en verdades en la “Vox populi”, siendo contraproducentes y violadoras de todos los derechos fundamentales.

Esta realidad es la neo política, las campañas y gobiernos deben empezar a adaptarse a los nuevas formas de conseguir votos y los nuevos escenarios de control político, a veces más eficaces que las maquinarias y que las mociones de censura, pero tan inexploradas, que así como pusieron Presidente, lo tienen con el 74 % de desaprobación, así como le lavaron la cara a corruptos, lograron sanción social contra otros, la neo política se tratará del que logre una mayor bodega, para así, llegar a quienes no usan redes por medios alternos de difusión.

Esta partida la ganará el que las descifre y las conquiste, porque yo también me equivoqué, y las bodegas SÍ VOTAN.