Columna de opinión.

Por LUIS ALFONSO PÉREZ PUERTA

Vivimos en una época caracterizada por la turbulencia y la búsqueda constante de un mundo mejor. El caos, la inmoralidad y la corrupción parecen extenderse por todos los rincones de nuestro planeta. El estrés, la contaminación y la anarquía convierten nuestro mundo en un lugar desafiante. En medio de todos estos desafíos, una enfermedad persistente ha dejado su huella a lo largo de la historia y sigue siendo relevante en nuestros tiempos: la depresión.

En este laberinto que es nuestro hogar, nos encontramos perdidos sin saber qué hacer ni adónde llegar. Tal vez nos veamos arrastrados hacia una depresión o nos refugiemos en una locura mística con la esperanza de encontrar al dios verdadero, aquel Ideal Sublime que nos permita alcanzar la libertad y la felicidad en este espacio tridimensional, y así olvidar nuestra desorientación. La locura, en su forma de medicina y alimento, podría convertirse en nuestra salvación.

La sensación de vacío llega a su punto máximo, donde parece que nada tiene importancia y el silencio se convierte en refugio preferido. Sin embargo, ese silencio se ve amenazado por una acumulación de pensamientos tóxicos que pueden desencadenar una explosión emocional e incluso provocar el deseo de morir. Enfrentar esta situación presenta numerosos desafíos, especialmente para los familiares y seres queridos de aquellos que sufren de depresión. La pregunta sobre cómo ayudar a alguien en este estado puede resultar abrumadora y desconcertante. Las respuestas no son fáciles de encontrar y a menudo solo se vislumbran en un horizonte distante y difuso.

La tecnología ha irrumpido en nuestras vidas con un poder sin precedentes, pero ¿puede ofrecer una solución a esta problemática? Nos encontramos en un dilema, una encrucijada donde se plantea la pregunta fundamental: “ser o no ser”, como afirmó Hamlet en su famosa reflexión. Si bien la tecnología puede proporcionar acceso a recursos y comunidades de apoyo en línea, es importante recordar que no puede reemplazar el apoyo humano tangible y la conexión personal. Un equilibrio saludable en el uso de la tecnología es crucial para garantizar que exista un contacto real y genuino con las personas que nos rodean.

En medio de la turbulencia y la desesperanza, es fundamental mantener viva la llama de la compasión y la solidaridad. Los familiares y seres queridos pueden ofrecer un apoyo invaluable al escuchar, comprender y estar presentes para aquellos que sufren de depresión. La empatía y el aliento para buscar ayuda profesional son vitales en este proceso.  Enfrentar la depresión requiere un enfoque multidimensional que incluya terapia profesional, autocuidado, apoyo social y, en ocasiones, medicación. Es un viaje que requiere tiempo, paciencia y un compromiso continuo tanto por parte de la persona afectada como de quienes la rodean.

En nuestra búsqueda de un mundo mejor, debemos abordar la salud mental con seriedad y compasión. Necesitamos crear sociedades donde el apoyo emocional esté disponible para todos, donde se desvanezca el estigma y se promueva la comprensión y la aceptación.

En conclusión, nos encontramos en medio de una encrucijada donde debemos enfrentar los desafíos del caos y la búsqueda de un mundo mejor. La depresión es una realidad que no podemos ignorar y debemos abordarla con valentía y compasión. Si bien la tecnología puede ofrecer recursos valiosos, también debemos recordar la importancia de mantener conexiones humanas auténticas y brindar apoyo.

 

 

 


 



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