Por: Balmore González Mira

Si hay un tema que los seres humanos clamamos es que nos atiendan rápidamente cuando sentimos dolencias o cuando se deteriora nuestra salud y ni que decir cuando es una urgencia, bien sea para nosotros o para un familiar. En ese momento creemos que la emergencia nuestra es superior a la de todos los habitantes del planeta. Las personas que ayudan en el tema administrativo en clínicas y establecimientos dedicados a ello, sí que conocen de estas arbitrariedades, insultos y atropellos de los intolerantes que se combinan con ignorancia y bestialidad.

Casos de injusticia, agresión y violencia contra los miembros de los cuerpos de salud se registran diariamente en todos los centros de atención en el país, que realmente nos llenan de indignación a quienes valoramos esta sagrada misión de salvar vidas y dar calidad de vida a la humanidad.

Algunos consideran que la amenaza hace más rápida y efectiva la atención y quieren dominar a través de la violencia la prioridad en cada uno de sus casos. Evidencio diariamente cómo ha evolucionado el buen trato, en la inmensa mayoría o en su  totalidad en  clínicas, consultorios y hospitales cuando acudimos a sus servicios, podríamos concluir que el mismo se ha humanizado y es una excepción, entre miles, cuando el trato es desobligante por alguna persona del sector de la salud, que aún parece en los siglos del medioevo o de la inquisición. Por el contrario ahora se trata a los pacientes (usuarios) con amabilidad, cortesía y hasta con cariño, para ayudar a su pronta recuperación. El personal de la misión médica, completo, desde porteros, conductores, camilleros, etc., ha sido preparado eficiente y conscientemente para atender bien y amablemente a los seres humanos, a los  usuarios;  los desubicados son estos últimos que llegan a agredir y a invadir los espacios con actos de barbarie que van desde la ofensa verbal, la agresión física, la destrucción de aparatos médicos y la quema de las ambulancias e instalaciones, como si estuvieran en el propio infierno del terror, sin tener en cuenta que hasta las normas del Derecho Internacional Humanitario consagran su protección, aún en medio de la más cruenta e imbécil guerra.

Cierro mi defensa con vehemencia y reconocimiento, con condena a las bestias que agreden y violentan la misión médica, señalando que hasta los médicos veterinarios atienden hoy con un inmenso amor, paciencia y dedicación a las mascotas, a esos peludos que nos llenan de alegría diariamente y dónde su buen trato debe siempre gravitar dentro de la esfera en la búsqueda de la felicidad del ser humano. Sí, así como atienden a nuestras mascotas, o mucho mejor, debemos tratar respetuosamente  a quienes nos atienden para mejorar nuestras vidas. Afectos y gratitud por siempre a nuestra misión médica.

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TOMADO DE LAS REDES SOCIALES – CÓDIGO CARACOL