Pedro Juan González Carvajal

Amigo soy, debo reconocerlo, del refranero popular, de los dichos y de los refranes, llenos de apuntes pintorescos y de reflexiones profundas, siempre en un lenguaje absolutamente llano.

Ante la mediocridad de lo existente, ¿Quién no ha recurrido o se ha puesto a pensar ante una situación que invita a festejar o celebrar algo que impacta positivamente a algún conocido -sabiendo que no es del todo cierto-, al recurso de aquél dicho que sentencia que “No hay novia fea”, o que “No hay muerto malo”, o que “No hay quinceañera poco atractiva”, sabiendo que estamos es queriendo criticar sin hacerlo explícito, a aquellos o a quienes estamos tratando de mantener en buena relación?

¿Si será que todos los bebes son hermosos y que todos los ancianos son tiernos?

¿Quién en medio de tediosas reuniones familiares o sociales no ha oído hablar maravillas alrededor de los hijos, de los sobrinos, de los nietos o de las mascotas, a los padres, a los tíos, a los abuelos o a los dueños de los miembros familiares? ¿Y cómo no?

Sobra la valoración sesgada y se desborda la subjetividad impregnada de amor.

Si los niños de hoy son casi todos genios como promulgan a los cuatro vientos sus papás, ¿De dónde salen los cafres de 15 años en adelante que pululan en la sociedad? “No hay niño que no sea inteligente”.

Bajo otra perspectiva, y como me decía un dilecto profesor y amigo hace ya varios años, “Lo único que uno necesita para ser Ministro es que lo nombren”. Lo cual es absolutamente cierto. Con las tradicionales excepciones propias de cualquier actividad humana, son pocos los Ministros brillantes cuando están ejerciendo sus funciones, pero contamos con una verdadera pléyade de sabios que una vez terminan su período y salen del Ministerio respectivo, hablan, proponen y critican como verdaderos doctos en la materia. ¿Por qué no eran así de inteligentes y de propositivos cuando estaban en el cargo? “No hay ex Ministro bruto”.

“Todo estrén es bonito y nos queda bien”. Uno siente como un fresquito cuando estrena alguna prenda, cuando adquiere algún objeto que hace las veces de satisfactor sicológico o cuando ha obtenido algún triunfo grande o pequeño a nivel personal o profesional. Pequeñas vanidades que nos transportan por algunos segundos o minutos a un nivel superior.

“Escoba nueva barre bien” es otro pensamiento de uso común que encierra las expectativas y por qué no las esperanzas de que las situaciones cambien favorablemente al cambiar de personaje.

“La Democracia es la menos mala de las formas de gobierno conocidas”, frase que sirve de consuelo para tratar de sostener el cañazo de que fuera de la Democracia todo es malo, violando aquella reflexión evangélica que critica a aquellos que ven la viga en el ojo ajeno, pero no en el propio.

Por último y siguiendo con las banalidades, todos los funcionarios públicos comenzando por el Presidente de la República y algunos dirigentes gremiales del sector, hace casi seis meses venían pontificando que el racionamiento de energía no era un tema que nos debiera preocupar, pues a pesar del fenómeno del niño el nivel de los embalses era muy bueno y no tendríamos que recurrir a racionamientos. ¡Carreta y más carreta!

Hoy los mismos Pontífices, con las nalgas apretadas, reconocen tímidamente que estamos al borde de un racionamiento no solo energético, si no que ya mismo tendremos que comenzar a racionar el agua. ¡Bendito sea el Señor!

Y el auditorio nacional nada que aprende. Somos testigos que cada cuatro años cambiamos de imbéciles para que todo siga igual o peor.

Para ponerle un poco de seriedad al asunto, les comparto algunas reflexiones de unos importantes personajes y una mía.

Muchos jueces son absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia”. Bertolt Brecht.

“Hay demasiada gente y demasiado pocos seres humanos”. Robert Zend.

“Lo peor de la humanidad son los hombres y las mujeres”. Enrique Jardiel Poncela.

“¿Qué tal que la inmortalidad fuera la posibilidad de escanear las conciencias individuales -en caso de que se tengan- “? Pedro Juan González.

ENHORABUENA: Merecido reconocimiento internacional al doctor Francisco Lopera al recibir el Premio Potamkin otorgado por la Academia Americana de Neurología y la fundación Americana del Cerebro por sus investigaciones sobre el Alzhéimer, a través del Grupo de Neurociencias de Antioquia (GNA) adscrito a la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.